El presidente de Chile Sebastián Piñera posó ayer con los 33 mineros rescatados en el Hospital de Copiapó, al norte del país, tras reunirse con ellos a fin de conocer su estado de salud. | Alejandro Sepúlveda

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Los 33 mineros trapados a 700 metros de profundidad en el yacimiento en el norte de Chile temieron morir bajo tierra al pensar que no los estaban buscando. Los familiares de los «33 de Atacama», como se les denomina, revivieron los primeros momentos de la historia a la que el miércoles se puso punto y final, una vez que salió a la superficie el último minero atrapado, «el Jefe» Luis Urzúa.

«Pensaban que se iban a morir de hambre y sed, de a poco», señaló Doris Contreras, la madre de Pedro Cortez, el antepenúltimo minero en ser rescatado, al recordar los sentimientos que le transmitió su hijo cuando por fin pudieron comunicarse a través de la sonda que el pasado 22 de agosto alcanzó el refugio donde se guarecieron tras el derrumbe.

«No sabían si los estaban buscando porque no escuchaban nada», explicó a los periodistas el padre de Ariel Ticona, que salió de la mina a las 21.28 horas de este miércoles (00:28 GMT del jueves) antes de que lo hiciera, en último lugar, el jefe de turno, Luis Urzúa.

Los familiares contaron que los primeros cinco días fueron los más angustiosos para los trabajadores, hasta que el sexto «empezaron a sentir ruido y supieron que había posibilidad de que los rescataran».

Lo relataba anoche en primera persona el propio Urzúa, nada más salir de la profundidad de la mina y tras poner fin a una operación de salvamento ejecutada de forma impecable.

«El momento más difícil fue cuando se despejó todo y vimos la piedra que estaba puesta. No era como cualquier accidente», relató al presidente chileno Sebastián Piñera, que se convirtió momentáneamente en periodista en una inesperada entrevista que se produjo cuando el último minero salió a la superficie.

Urzúa, que confesó que con su experiencia siempre fue consciente de lo «difícil» que sería el rescate, recordaba anoche la llegada de la primera sonda al refugio el pasado agosto.

«Todos querían abrazar el martillo, colocarle papeles que decía 'sácame papá', 'tengo hambre' o 'cuida a la familia'», explicó.

Finalmente el mensaje elegido fue el ya famoso «Estamos bien en el refugio los 33», que dio la vuelta al mundo con la noticia de que los mineros estaban vivos y provocó el inicio de las operaciones del rescate con final feliz.

Los 33 mineros se recuperaban ayer rápidamente en el hospital, mientras el Gobierno chileno se ha comprometido a mejorar las condiciones laborales.

«La mayoría de los mineros se han comportado muy bien desde el punto de vista médico», indicó ayer Jorge Montes, subdirector del hospital, en una rueda de prensa tras la primera noche de «los 33» fuera de la mina.

Montes señaló que incluso «dos o tres de ellos» pueden ser dados de alta en breve.

Los mineros, que son el centro de la atención informativa mundial por un rescate que parecía imposible y resultó «perfecto», según el calificativo más empleado, recibieron ayer en el hospital la visita del presidente Sebastián Piñera, quien llegó a la mina San José el martes y estuvo allí desde que emergió a la superficie el primer minero hasta que salió el último.

A la salida del hospital, Piñera dijo que pudo bromear con los rescatados -32 chilenos y un boliviano- y que también le contaron algunos detalles desconocidos de su vida en el fondo de la mina San José, que no quiso revelar.

El presidente se limitó a señalar que los 33 «demostraron mucho ingenio y mucha capacidad de trabajo en equipo».

Añadió que para tomar las decisiones colectivas «aplicaron un viejo y sabio principio, el principio de la democracia» y que «cada uno de ellos cumplió su papel».