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La familia de Ana Niculai está esperando la autorización judicial para trasladar los restos mortales de la joven a su país de origen, donde recibirá sepultura en la ciudad de Timisoara.

Los hermanos a Ana, que son de profundas convicciones religiosas, contaron ayer que están a la espera de que el juez de Inca autorice la repatriación del cuerpo, que presumiblemente se llevará a cabo por vía aérea.

Los padres de la víctima, y dos de sus diez hermanos, viven en Rumanía y ya han sido informados del trágico final de la joven hostelera.

Muy afectados

«¿Cómo quiere que estén mis padres? Destrozados, porque Ana era muy buena hija y nadie esperaba que pudiera ocurrirle algo semejante», contó uno de sus familiares.

En Mallorca, en principio, no se celebrará ni funeral ni misa en memoria de la joven, por deseo expreso de la familia, que desea que todos los actos religiosos se concentren en su país.

«No sabemos cómo avanzan las investigaciones porque la Guardia Civil no nos dice nada, aunque imaginamos que es normal porque todavía no han cogido al desgraciado que le hizo eso a Ana», añadieron. Otros allegados de la fallecida indicaron que «ya no sabemos qué pensar, al principio no sospechábamos de nadie, porque Ana no tenía enemigos, pero ahora ya sospechamos de mucha gente».

Miedo a represalias

Los ocho hermanos de Ana que viven en Mallorca también están muy preocupados porque el asesino anda suelto «y quién sabe qué puede volver a intentar. Tenemos miedo».

El coche de Aurelio, que le dejó a Ana el lunes porque su Audi A3 se estaba reparando de un golpe con un bordillo, seguía ayer en la finca de Muro. Una rueda delantera no era la original, con las llantas de ese modelo, lo que podría explicar que en el hueco de la rueda de repuesto, en el maletero, no se encontrara ningún neumático.

El teléfono móvil de Ana no ha aparecido y desde el primer momento de su desaparición estaba desconectado. En la red social de Facebook, donde los amigos de Ana crearon una página para recabar información sobre su paradero, ayer habían escrito la frase: «Siempre en nuestros corazones, querida Ana», como sentido homenaje a la joven asesinada.

Lo cierto es que la inmigrante rumana era una muchacha muy querida y trabajadora, y en todos los negocios en los que estuvo empleada dejó un buen recuerdo. Hace unos meses había decidido dar el salto y montar su propio bar, con la ayuda de una socia, en la calle Socorro.