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J.JIMÉNEZ/A.BASSA/M.PUIGRÓS
El residente alemán, que bebía en exceso y no se relacionaba con sus vecinos, engañó a todo el mundo: a su hija, a la que hizo creer que no aparecía el cadáver de Renate por problemas burocráticos; a la Guardia Civil, a la que en un principio contó un relato que no tenía nada que ver con la realidad, y a todas las personas que en los últimos días le preguntaron sobre el paradero de la mujer. Los resultados de ADN se conocerán en los próximos días y determinarán, en primer lugar, si los restos de huesos y de un cráneo hallados en el jardín de Montuïri son de Renate.

Aclarar si la muerte de la señora fue violenta será más complicado. Gunter sostiene que padecía una grave enfermedad (extremo que está confirmado por partes médicos) y que falleció debido a esa enfermedad. La incógnita que no ha podido despejar es por qué se tomó tantas molestias en quemar el cuerpo y esparcir las partes en distintos contenedores.

Por otra parte, el caso de Renate ha sido una auténtica sorpresa para los vecinos de Montuïri. Muchos de ellos se enteraron de lo acaecido por la información publicada en este periódico. Coincidieron en señalar que el detenido, Gunter M., era una persona que no tenía demasiado trato con la vecindad, incluso algunos hicieron referencia a su mal carácter y a sus problemas con la bebida.

Toni y Carmen, propietarios del Bar Son Miró, muy cercano a la casa donde Gunter M. quemó el cuerpo de su esposa, se sorprendieron por la noticia: «No eran clientes habituales del bar pero en alguna ocasión se dejaron ver, sobre todo ella que también bebía».«No tenían demasiada relación con nadie y salían poco de su casa» concluyeron.

Por su parte, Sebastián Grimalt, el vecino más cercano, tampoco conocía la muerte de la esposa de Gunter M. «Era una señora que estaba muy enferma, a veces se la oía gemir de dolor. Hacía tiempo que no la veía, en cambio a él no hace mucho me lo encontré. Tampoco teníamos demasiada relación ni problemas, solo algún que otro mal entendido entre vecinos por problemas con los animales de las dos fincas».

Gunter M. y su esposa tenían la casa arrendada desde hace ya más de siete años y los vecinos comentaron que era muy habitual que Gunter M. quemase toda la basura en el jardín, por lo que «era imposible sospechar algo al ver humo salir de su casa». En Montuïri la noticia corrió ayer como la pólvora en las tertulias de los bares aunque pocos eran los que conocían de cerca a la pareja.