TW
0

El Tribunal de la sección tercera de la Audiencia de Madrid, que ha condenado a Francisco Javier Astorga «El Malaguita» por el secuestro, violación y asesinato de Sandra Palo, afirma que la joven tuvo «una muerte singularmente cruel» y no podía prever el ataque que sufrió por la minusvalía que padecía.

Así lo indica en la sentencia que condena a «El Malaguita», de 20 años, a 64 años de prisión por un delito de detención ilegal, tres de violación y otro de asesinato. La sentencia señala la «singular vileza» en la ejecución del asesinato y «en los actos posteriores encaminados a la destrucción del cadáver, reveladores de una frialdad y serenidad impropias en una persona de la edad del procesado».

El Tribunal declara probado que el 17 de mayo de 2003 sobre las 2.30 horas aproximadamente «El Malaguita» circulaba en un vehículo junto con los tres menores cuando en la carretera de circunvalación M-30 de Madrid, en las inmediaciones de la Plaza Marqués de Vadillo, observó que transitaba por el arcén Sandra y J.A. «El Malaguita» al objeto de hacerse con los efectos de valor que pudieran llevar les invitó a subir, negándose a ello Sandra, por lo que el procesado le exhibió una navaja y consiguió que subieran al coche. Permitieron al chico abandonar el vehículo, lo que igualmente quiso hacer Sandra siéndole impedido por el acusado que había decidido tener una relación sexual con ella.

La Sala estima probado que luego se dirigieron a una empresa de rótulos de la carretera de Toledo y que allí, en unión de al menos dos de los menores, obligó a Sandra a bajar del vehículo y mientras dos de los menores sujetaban a Sandra el acusado la violó, lo que también hicieron los dos menores. «Satisfecho el ánimo lúbrico Francisco Javier tomó la decisión, compartida o asumida por quienes le acompañaban, de acabar con la vida de Sandra», según la sentencia, que relata que para ello se introdujeron en el coche y «lo lanzaron sobre el cuerpo de Sandra», sin que conste quién conducía. Así, la golpearon con el frontal del vehículo contra el muro de cierre de la empresa y a continuación, una vez caída Sandra en el suelo, «pasaron por encima de la misma con el vehículo entre ocho y diez veces». Acto seguido, «pese a advertir señales de vida en Sandra con la finalidad de dificultar la posible investigación de los hechos» se dirigieron a una gasolinera para adquirir un euro de gasolina. Regresaron al lugar y vertieron sobre el cuerpo de la chica el combustible y le prendieron fuego. La muerte de Sandra fue agónica.