El grupo Terracor cultiva unas 400 hectáreas de fruta y hortaliza y cuenta con unos 150 empleados en temporada alta.  | P. Bota

Acercar la agricultura a la sociedad. Este es uno de los objetivos de los fundadores del grupo Terracor, empresa que se ha convertido en referente del sector primario en Mallorca. Desde sus inicios Terracor tiene un claro compromiso en respetar la tierra que cultivan. Su apuesta cabalga entre la agricultura ecológica y la tradicional y solo permite que los cultivos se traten con sustancias que no violenten el suelo. Este empeño les ha merecido el Siurell de Plata a la Iniciativa Mediambiental. El gerente de Terracor, Guillem Adrover (Manacor, 1961), explica cómo fueron los orígenes de la empresa y cuál debe ser, a su entender, el futuro de la agricultura en Baleares.

¿Cómo surgió la idea de crear Terracor?
—Somos productores agrarios de toda la vida que íbamos a vender nuestro productos a Mercapalma. Con la llegada de las grandes superficies el cliente tradicional fue desapareciendo y todo cambió. Ante esta coyuntura un grupo de payeses nos unimos y creamos Agroilla. Durante 25 años estuve al frente de Agroilla y nos convertimos en un referente en la comercialización. En 2018 un grupo salimos y creamos Terracor.

¿La venta directa, como hacen ustedes, es la solución?
—La venta directa supone dar a conocer lo que hacemos, por qué lo hacemos y dónde lo hacemos.      Uno de los efectos de esta visión es la creación de Terragust y la creación de las tiendas de s’Hort de sa Vall. Pero la venta directa es una parte de la solución. No lo es todo. El volumen de producción que tenemos necesita un nivel importante de compra. El gran consumidor todavía es la gran superficie.   

¿Qué papel juega el canal Horeca y en especial los hoteleros?
—Necesitamos que el hotelero se implique en el sector primario.

¿La obligatoriedad de comprar el 3 % es suficiente?
—El 98 % de los hoteleros tiene una obsesión, que es el precio. Las cadenas hoteleras tienen unas políticas sobre circularidad o producto local, pero en realidad, el jefe de compras tiene un objetivo que es conseguir el precio más barato. En muchos casos, si el producto local es más caro no lo quieren.

¿La supervivencia de la agricultura pasa por la unión de payeses con un proyecto que vaya más allá de la visión romántica de la agricultura?
—Esta payesía tradicional, romántica, es solo eso: romanticismo. No es rentabilidad y no es futuro. El sector debe evolucionar, debe producir aquello que necesita el cliente. Antes de sembrar tienes que tener claro a quién lo vas a vender, qué volumen vas producir y con qué medios cuentas para comercializarlo.

Ustedes optan por la producción diversificada con una visión ambiental.
—El equilibrio dentro de una explotación agraria es fundamental. Si hay equilibrio habrá menos problemas. Si eres superintensivo, desequilibras.

¿Esto pasa también por la agricultura ecológica?
—A día de hoy la agricultura ecológica y la agricultura tradicional cada vez se acercan más. La agricultura ecológica se ha desarrollado y con este desarrollo también ha crecido en negocio. Hay empresas muy importantes que se han puesto a trabajar haciendo productos ecológicos y poder hacer una agricultura más amplia y no solo un trozo de tierra. La agricultura ecológica como romántica puede existir, pero la agricultura ecológica rentable también. Son diferentes.

La rentabilidad es básica...
—Primero tenemos que ser rentables, luego seremos sostenibles. Si somos sostenibles pero no somos rentables, mañana tendremos que cerrar.

¿En qué se basa esta sostenibilidad?
—Volumen de producción o dimensión. Que te puedas permitir tener un ingeniero agrónomo, que puedas pagar o tener tiempo para investigar, tener tiempo para tomar ejemplo sobre otros sitios donde están más desarrollados... Incorporar gente joven, motivarlos y eso también pasa por la rentabilidad. En la suma de diferentes factores habrá o no habrá supervivencia de la agricultura.