Imagen de Miguel Agustín Torres, presidente de Familia Torres | RD

Miguel Agustín Torres es uno de los participantes en el coloquio Líderes climáticos: un diálogo por el futuro medioambiental, que, organizado por el Club Ultima Hora-Valores, tendrá lugar el 1 de octubre a las 19.00 horas en la Sala Aljub de Es Baluard Museu. Torres, que en el coloquio estará acompañado por María Mendiluce y Gloria Fluxà, es el presidente y consejero delegado de las bodegas Familia Torres y fue en 2023 el único representante del sector del vino en la lista de la revista Time de las cien personalidades mundiales que lideran la acción climática.

Club Ultima Hora Valores

¿Cómo valora su inclusión entre las 100 personalidades mundiales que lideran la acción climática y ser el único representante del sector vinícola?
—Ha supuesto un gran honor y también una muy grata sorpresa que nos motiva a seguir liderando la acción climática desde el ejemplo. Es un reconocimiento a todo el trabajo que venimos haciendo durante tantos años, adaptándonos a la nueva realidad climática, reduciendo nuestra huella de carbono e intentando influir en otros. Y lo estamos haciendo con la implicación de todos nuestros colaboradores y la determinación de mis hijos.

¿Ser el único representante del sector vinícola significa que éste todavía no ha asumido su contribución a la lucha contra el cambio climático?
—Es algo que me ha sorprendido porque creo que hay muchas otras bodegas en todo el mundo que son conscientes de la amenaza que supone el cambio climático para la viticultura y están actuando para reducir sus emisiones. Estoy convencido de que el vino puede convertirse en un símbolo de la lucha contra el cambio climático.

¿Qué medidas ha emprendido Familia Torres para acelerar su descarbonización?
—Las actuaciones que más nos ayudan a reducir nuestras emisiones de CO2 son la generación de nuestra propia energía renovable, que este año representará el 55 % de la energía que consumimos en nuestra bodega del Penedès. También hemos aplicado medidas de eficiencia energética y movilidad sostenible, y hemos reducido el peso de nuestras botellas. Gestionamos y reciclamos los residuos generados, y optimizamos nuestros recursos hídricos priorizando la reutilización. En la viña, la viticultura regenerativa nos ayuda a potenciar la función de los viñedos como sumideros de carbono. Además, desde la vendimia de 2021, capturamos y reutilizamos el CO2 que se produce durante la fermentación del vino en un proyecto pionero de economía circular. También avanzamos en la reutilización de botellas en España y otros países.

¿Estas medidas serían particulares y específicas de la empresa, o podrían generalizarse al resto del sector vitivinícola?
—Podrían generalizarse, sin duda alguna. Muchas de estas medidas ya las hemos compartido con otras bodegas. Estoy convencido de que la colaboración y el intercambio de conocimientos son fundamentales para acelerar la descarbonización del sector.

¿Qué le impulsó a crear International Wineries for Climate Action?
—Fue gracias a mi sobrina Cristina, quien en 2018 estaba trabajando en Jackson Family Wines y vio todo lo que estaban haciendo en materia de sostenibilidad. Fue ella quien nos puso en contacto y, al ver que compartíamos las mismas inquietudes, surgió la idea de crear un grupo de bodegas comprometidas con la lucha climática. Cofundamos la asociación en 2019 y establecimos unos requisitos muy estrictos. Hoy ya somos medio centenar de empresas que representan a más de 150 bodegas de 12 países diferentes.

¿Qué medidas no se han aplicado todavía, pero podrían aplicarse en un corto plazo en la descarbonización del sector vitivinícola?
—Está la agrovoltaica, que consiste en la instalación de placas fotovoltaicas en viñedos para generar energía verde y a la vez dar sombra a las vides para que retrasen la maduración. Con el calentamiento global, el ciclo de la vid se acorta y esto puede influir en la calidad del vino. También se puede fomentar la digitalización y el uso de sensores para la gestión del riego y la eficiencia energética. Está también la captura y reutilización del CO2 que le comentaba anteriormente. Hay muchas cosas que se podrían hacer. Se necesita más inversión en I+D+i y colaboración con centros de investigación, startups y otras empresas.

¿Qué se puede hacer para que los viñedos se adapten al cambio climático y ser más sostenibles y resistentes?
—Llevamos años trabajando para hacer frente al aumento de las temperaturas, adaptando nuestros viñedos para retrasar la maduración de la uva y poder continuar elaborando vinos de calidad. Se están modificando algunas técnicas vitícolas. En este sentido, hay variedades ancestrales que hemos recuperado y que están muy bien adaptadas a las condiciones climáticas actuales, además de tener un gran potencial enológico. La viticultura regenerativa también puede contribuir a unos cultivos más resilientes y sostenibles gracias a la acumulación de carbono en el suelo.

¿Nos puede llevar el cambio climático a una futura traslación geográfica de los viñedos? ¿Podrá seguir siendo el Mediterráneo, u otras zonas con clima mediterráneo, la gran región productora en el mundo?
—Sí, está claro que los viñedos se irán desplazando a mayor altura y también a otras latitudes para compensar el aumento de temperaturas. Por cada 100 metros de altura, desciende casi un grado la temperatura y esto favorece la maduración pausada de las uvas. Tenemos un viñedo en Tremp, en el Prepirineo catalán, a 950 metros de altura, que nos da unas uvas de muy buena calidad y tierras a 1.100 metros en las que en unos años podremos plantar viña. En el Mediterráneo seguiremos cultivando la vid, ya que es parte de nuestra historia milenaria, pero posiblemente los vinos sean diferentes porque, entre otras cosas, cambiarán las variedades que podamos cultivar en ciertas zonas.

Ya en 2008, puso en marcha Torres & Earth. Por entonces ya se hablaba de cambio climático, pero no existía una concienciación tan generalizada como la actual. ¿Qué le hizo ser tan pionero?
—Ya veíamos que algo estaba pasando, que las vendimias se iban adelantando. En 2007, con mi esposa vimos el documental Una verdad incómoda, de Al Gore, y quedé impactado. Decidimos que teníamos que intensificar nuestro compromiso ambiental y crear el programa Torres & Earth. En 2008 calculamos por primera vez nuestra huella de carbono y nos marcamos unos objetivos ambiciosos de reducción de emisiones de CO2. También decidimos que invertiríamos el 11 % de nuestros beneficios cada año a actuaciones relacionadas con la lucha contra el cambio climático. La inversión acumulada supera los 21 millones de euros.