Podcasts | Crónica Negra
Horts Hans, atacado por su mujer y devorado por sus perros
Svetlana Batukova, rusa de 49 años, y Horts Hans Henkells, alemán de 70, formaban una curiosa pareja. Discutían a diario y sus peleas eran antológicas. En abril de 2016, la Policía Local acudió a su domicilio y se encontró una escena dantesca: la mujer abrió la puerta completamente ensangrentada y dentro de la casa, en medio de un charco de sangre, yacía sin vida su esposo, con los brazos devorados por dos perros American Staffordshire. La Guardia Civil siempre sospechó que la acusada, tras atacarlo, le fue cortando a jirones la carne y se la dio de comer a los canes. Esta es la crónica de uno de los crímenes más salvajes cometidos en los últimos años.
Un cadáver con la oreja cortada
En 1988, un ciudadano francés llamado Michel Louis Marcel Favreau apareció terriblemente apuñalado en un solar de s'Arenal. Pero había algo más, los asesinos le habían cortado la oreja izquierda, un mensaje habitual en la mafia marsellesa, un siniestro sello de identidad de la organización. Esta es la crónica de un asesinato que nunca se esclareció y que apuntó al siniestro clan Zemour, al que supuestamente había pertenecido la víctima.
Manuel Sánchez, el jubilado torturado hasta la muerte
En la noche del 27 de marzo de 2011, Manuel Sánchez Núñez, un jubilado de 67 años, abrió la puerta de su piso de Palma por última vez. Dos búlgaros a los que conocía le maniataron y torturaron hasta la muerte, en busca del dinero de un plan de jubilación que pensaban que había cobrado. Esta es la crónica de un crimen que conmocionó a la barriada de Son Canals y que se saldó con sendas condenas de 13,5 años para los dos implicados en el crimen y otra menor, de tres años, para un tercer búlgaro que encubrió a sus amigos.
El crimen sin resolver de Modesto Aceituno
Han pasado casi 36 años, pero solo una persona sabe quién mató a Modesto Aceituno Barba, un yesero madrileño que en 1988 fue cosido a puñaladas en su piso de Palma. El Grupo de Homicidios de la Policía Nacional detuvo a su amante y al marido de aquella, pero al final quedaron en libertad por falta de pruebas inculpatorias. A día de hoy, sigue siendo un crimen sin resolver y un gran enigma para los investigadores, que solo tienen clara una certeza: Modesto conocía a su verdugo y confiaba en él. O en ella.
¿Quién asesinó a Francisca García en Son Moix?
Era un frío 4 de enero de 1980, y un hombre paseaba con su hijo por las inmediaciones del entonces denominado Palacio de Deportes, en Son Moix. Era un descampado, lleno de matojos y hierbas, y de repente se toparon con el cadáver de una joven. El asesino le había destrozado la cabeza con una piedra. El cuerpo era el de una chica de 25 años, llamada Francisca García Martín. Esta es la crónica de un asesinato que conmocionó Palma y que 44 años después sigue siendo una de las grandes incógnitas de la crónica negra mallorquina. ¿Quién mató a la joven en Son Moix? Y sobre todo, ¿por qué?
El asesino que arrancó los pechos a su novia porque lo rechazó
En enero de 2010, un salvaje crimen estremeció a los vecinos de la barriada palmesana de Camp Redó. Un hombre que sufría esquizofrenia asesinó a su novia con discapacidad mental y le arrancó los pechos. Después huyó vestido de mujer, hasta que fue detenido en Sant Llorenç, tras una búsqueda contrarreloj que movilizó a todas las policías de Mallorca y a la Guardia Civil. Esta es la crónica del brutal asesinato de Joana Maria Rebassa Bennàssar, de 45 años, a manos de José Juan Puchal Pérez, de 53.
El asesinato de la acaudalada viuda del Port d'Andratx
El 5 de enero de 2001, víspera de Reyes, una acaudalada viuda alemana de 55 años llamada Irmela Regina Femmer apareció brutalmente asesinada a puñaladas en su chalet de sa Mola, una exclusiva urbanización del Port d'Andratx. Esta es la crónica de un crimen que puso en jaque a los investigadores, que finalmente consiguieron aclarar que el servicio de la mansión estaba implicado en el crimen. El supuesto asesino consiguió huir, presumiblemente a Filipinas, y nunca fue detenido. 23 años después, el asesinato de la elegante señora alemana sigue impune.
El crimen más atroz de Baleares: el asesinato de la familia Schmitz
En la noche del 23 al 24 de agosto de 1989, una familia alemana que residía en Ibiza fue salvajemente atacada en su casa. Los intrusos eran profesionales y durante horas sometieron al matrimonio y sus dos hijas pequeñas a un calvario inenarrable. Luego, estrangularon a los cuatro con hilos y alambres y enterraron los cuerpos destrozados bajo hormigón y cal. Esta es la crónica del peor crimen que se recuerda en Balears: el cuádruple asesinato de Benimussa.
El asesino que desfiguró a su mujer
Rachid Bennis, de 43 años, nunca mostró arrepentimiento. El 1 de octubre de 2006, desfiguró a su mujer, Noura Hichou, de 29, y después la mató a puñaladas en Son Gibert, muy cerca del barrio palmesano de es Rafal. Bennis fue condenado a 19 años de cárcel y su sangre fría siempre impactó a los investigadores. Esta es la crónica de un asesinato premeditado con alevosía y que provocó una oleada de indignación en la Isla, donde se sucedieron las concentraciones y manifestaciones.
El carpintero de Cala Murada
Katharina Glaser era una septuagenaria alemana que residía en un chalet de Cala Murada, en Manacor. A finales de julio de 2006, apareció misteriosamente muerta de un disparo. Su compañero sentimental, Rudolf Messerer, acabó derrumbándose y confesó que escondía la carabina del asesinato en un hueco secreto de una mesa de la cocina. Era carpintero y se había asegurado de que nadie hallara el arma. Esta es la crónica de un crimen que puso a prueba al Grupo de Homicidios de la Policía Nacional, que finalmente pudo probar el asesinato.
El homicidio de Vinicio, aplastado por un coche en una fiesta
En la madrugada del 15 de julio de 2006, una fiesta de unos inmigrantes ecuatorianos en una finca de Sencelles acabó de forma dramática: uno de los participantes, Segundo Marcelo, de 48 años, atropelló mortalmente a Frangil Vinicio Jiménez Barzallo, de 30, con el que acababa de discutir violentamente. El acusado siempre sostuvo que había sufrido un miedo insuperable porque la víctima se dirigía hacia él con un punzón. Esta es la crónica de un crimen que años después se saldó con una condena mínima porque se desechó la posibilidad de un asesinato y el jurado popular determinó que era un homicidio imprudente.
El asesino que siempre reía
Ocurrió en la fría madrugada del 16 de enero de 2005, en los apartamentos 'Los Cipreses' de Cala Ferrera, en Cala d'Or. Una joven eslovaca llamada Verónica Kovalovska, de 26 años, cayó mortalmente del segundo piso en el que residía con su novio, un jienense llamado Pedro José Carmona, de 29. Él sostuvo que la chica, muy alterada tras una discusión y bajo los efectos del alcohol, saltó al vacío, pero la implacable investigación de la Policía Judicial de la Guardia Civil y del forense Javier Alarcón lo desmintió: la extranjera había sido asesinada a golpes y después arrojada desde el balcón, para asegurarse de que no sobreviviría a las heridas. Esta es la crónica de una investigación que demostró que el crimen perfecto no existe.
María Dolores Santiago, emparedada durante 29 años
El 30 de junio de 2005, de forma casual, unos obreros que trabajaban en unas reformas en un hotel de La Bonanova descubrieron el cadáver de una mujer, enterrado bajo la piscina, en un lugar inaccesible y en una postura imposible. En ese momento, los investigadores todavía no sabían que se trataba de María Dolores Santiago Palenzuela, una granadina de 53 años asesinada hacía 29 años por Pep el mallorquín, su amante casado. Esta es la crónica de una trepidante investigación del Grupo de Homicidios que llegó a cribar a 1.200 personas para identificar los restos y que investigó a 294 trabajadores para dar con el asesino.
Gregorio González, obsesionado con los celos
«He apretado demasiado el cinturón». Gregorio González Pozo, un basurero de baja de 45 años, vivía obsesionado con los celos. No podía soportar que su mujer, Josefa Rodríguez Fernández, quisiera separarse de él y que chateara con otros hombres por Internet. El maltratador, un 25 de agosto de 2005, atacó a su esposa en el dormitorio conyugal y la asfixió con su cinturón. Luego llamó a la policía y confesó el crimen. Esta es la crónica de un asesinato que conmocionó a los vecinos del Vivero, en Palma, y que se saldó con una condena de 15 años de cárcel para el homicida.
Doble crimen en Can Pastilla
Eran las nueve y media de la mañana del 15 de mayo de 2001. Sebastià Arbona Mayol, un exmilitar y exhotelero de 84 años, llamó a la centralita telefónica de la Policía Local de Palma y anunció que acababa de matar a su mujer, Antonia Gelabert Llompart, de 78, y que se iba a quitar la vida. Lo que hizo nada más colgar el aparato. Al jubilado le habían diagnosticado un cáncer de pulmón terminal y su esposa padecía alzheimer. Esta es la crónica de un homicidio que conmocionó a los vecinos de Can Pastilla, donde la pareja era muy querida y apreciada.
Asesinato y suicidio: el caso de Daniel Allan
Daniel Allan Woolcock y Ana María Minissale discutían a todas horas y se relacionaban poco con sus vecinos del barrio de El Terreno, en Palma. Ella había trabajado limpiando barcos, cuidaba ancianos y era camarera en un pub. Él era albañil, pero su pasión era pinchar discos. El 19 de agosto de 2005, sus cadáveres fueron hallados en el sótano en el que vivían. Él la había matado a martillazos y después se había ahorcado junto a ella. Esta es la crónica de un asesinato que impactó a ese vecindario palmesano por la brutalidad con la que el criminal se ensañó con su pareja.
Manuel Llinás, obsesionado con el terror y el gore
Manuel Llinás Fiol estaba obsesionado con el terror y sufría serios trastornos mentales, con episodios de esquizofrenia. El 20 de septiembre de 2002, quedó con su novia, Beatriz Garau Hotman, de 25 años, para ver una película de miedo en su piso en Palma, y al acabar la cinta se abalanzó sobre ella y la estranguló con sus manos hasta la muerte. Después, cogió su teléfono móvil y llamó a la Policía Nacional: «He matado a mi novia».
- «Me siento muy desprotegido, los okupas tienen más derechos que el resto»
- Un edificio de propietarios en Palma acumula una deuda de 6.000 euros por culpa de un local okupado
- Los propietarios de viviendas en rústico que quieran legalizarlas deberán pagar una multa
- Detenido por poner un candado en un solar de la calle Manacor para evitar que entraran okupas
- «La cosecha de cereal para los animales está toda perdida»