Los aficionados del Mallorca han tenido que esperar estoicamente a que el tráfico aéreo se normalizara.

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Los casi 800 aficionados del Real Mallorca que presenciaron el domingo el partido en el Bernabéu entre su equipo y el Real Madrid y los propios jugadores del primer equipo quedaron atrapados, y nunca mejor dicho, en el ya de por sí caótico aeropuerto de Barajas. La nieve caída en el transcurrir de la tarde-noche del domingo dejó a los aviones en tierra, a los pasajeros materialmente tirados en las puertas de embarque y sembró el caos en todos y cada uno de los rincones del aeropuerto.

El particular infierno del equipo y de los seguidores empezó justo al terminar el partido. A las nueve de la noche concluyó el encuentro y tras una compleja operación para abandonar las inmediaciones del Bernabéu, la expedición al completo se encontraba sobre las doce de la noche ya en Barajas.

A partir de ahí sólo confusión y nervios. A medida que transcurrían las horas se intuía que la noche sería larga, pero pocos aventuraban que tendrían que esperar más de doce horas para poder volar a Palma. Sobre las cinco de la madrugada partían los primeros vuelos que llegaban a la Isla pasadas las seis y que transportaron a cerca de quinientos seguidores. Estos vuelos, a partir de las cinco, fueron despegando y llegaron entre las seis y las ocho de la mañana. Sin embargo, hasta 300 aficionados más y también el equipo quedaron materialmente atrapados en Barajas y hasta las seis de la madrugada no se les ofreció la posibilidad de descansar unas horas en un hotel cercano. El Mallorca, por su parte, 'aguantó' hasta casi las cuatro de la madrugada. En ese momento el propietario Mateu Alemany decidió que la paciencia se había acabado y ordenó idear un operativo para que el equipo al menos pudiera descansar unas horas en un hotel de la capital.

Al final el grupo de seguidores que junto al equipo se quedaron en Madrid llegaron a las cinco de la tarde a Palma, acumulando un retraso de ¡20 horas!.

Lo peor fue la falta de información y la confusión que se fue acumulando en el transcurrir de toda la madrugada. Las imágenes de aficionados con rostro de agotamiento, cansados por vivir una situación dantestca donde, además de no tener una información concreta de lo que iba a suceder, se encontraron con todos los bares y restaurantes cerrados; apenas había unas máquinas que ofrecían agua y chocolatinas, que además se agotaron en cuestión de horas.

Muchos llegaron ayer tarde a sus puestos de trabajo o incluso algunos no pudieron acudir al mismo debido a que su avión aterrizó a las cinco de la tarde. En condiciones normales, todos los seguidores, como muy tarde, debían estar en la Isla entre la una y las dos de la madrugada, pero la nieve jugó una mala pasada a toda la expedición que difícilmente olvidará una odisea como la vivida estas últimas 24 horas en el aeropuerto madrileño. El equipo perdió el día libre entre la terminal, el autobús y el hotel y hoy reanudará el trabajo con el punto de mira puesto en el partido que disputará el próximo jueves ante el Rayo Vallecano correspondiente a la vuelta de los octavos de final de la Copa.

Hoy, la plantilla tiene previsto entrenar después de descansar y pensar sólo en la remontada contra el equipo de Vallecas. Casi cinco días en Madrid se cerraron con dos derrotas, una en Copa y otra en Liga, y con una experiencia en Barajas que ninguno de los protagonistas podrá olvidar.