El tamaño no lo es todo y así lo pone de manifiesto el hecho del impacto que puede suponer para la salud la picadura de una garrapata.
Hace unos días entrevisté a David Consuegra, natural de Vilafranca, que explica que la mordedura de una garrapata le cambió la vida, ya que le transmitió la enfermedad de Lyme. Hasta que se la diagnosticaron Lyme y le pusieron un tratamiento adecuado tuvo síntomas muy graves de numerosas enfermedades. «La mordedura de la garrapata me estaba volviendo loco, algunos días donde no podía ni levantarme», confiesa.
No es el único afectado, e incluso, existe la Asociación Lyme Crónico. La presidenta de la citada entidad, María González-Camino, la define como «la nueva gran imitadora porque se confunde con otras como la esclerosis múltiple, el Alzheimer, el Parkinson, el autismo, etc. Además, añade que también «hay muchos pacientes a los que tras ser mordidos por una garrapata se les diagnostica fibromialgia, síndrome de fatiga crónica o se les remite al psiquiatra, haciéndoles responsables de sus males y todo ello porque las pruebas diagnósticas son muy poco sensibles».
Los afectados reclaman más investigación y recursos para las mordeduras de las garrapatas. Afortunadamente, la UIB y el IB-Salut lleva años investigando este asunto y son conscientes de la importancia que tiene.
No todas las garrapatas transmiten enfermedades, aunque Miquel Àngel Miranda, catedrático de Zoología de la UIB e investigador del INAGEA, advierte que «todas las garrapatas son potencialmente peligrosas y este año hay más en Mallorca» porque la primavera ha sido lluviosa.
Por tanto, es muy importante tomar precauciones para evitar ser mordidos por una garrapata, ya que puede ser muy perjudicial para la salud.
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