La muerte de la Isla de la Calma

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La gran pregunta que debemos hacernos los mallorquines es ¿quién gana con liberalizar el suelo rústico para que se construyan miles de edificios y todas las infraestructuras que, a posteriori, se harán necesarias? Evidentemente, los pobres, los jóvenes y la gente que apenas puede pagar un alquiler, no. Serán los especuladores, los promotores y los constructores quienes ganen. Y mucho. Y, además, se convertirá en un efecto llamada para los extranjeros con dinero que podrán hacerse fácilmente con más propiedades en la isla.

Entonces, siguiente pregunta: ¿cuál es el interés del PP y Vox en aprobar una ley tan decisiva para el futuro de la isla de puntillas, de prisa, sin consenso, y en tan poco tiempo? Una ley que hará crecer enormemente la población y el turismo y asfixiar aún más una isla que tiene el territorio limitado y los recursos limitados. Respuesta fácil y única: la pasta gansa. Mucho hablar de la corrupción del gobierno de Pedro Sánchez, pero lo que nos viene encima va a ser el pelotazo del siglo. Se van a tener que pagar favores de muchas maneras (la ley, que ampara los proyectos urbanísticos incluso por ‘silencio administrativo’ al medio año, es un posible filón de ‘mordidas’).

Esperemos que lluevan las denuncias y que la UCO y los jueces, que con tanto celo han actuado en los últimos tiempos ante cualquier sospecha, sean igual de rigurosos y analicen también con lupa todo lo que ocurrirá aquí a partir del 7 de julio, fecha en la que se aprobará la posibilidad de construir en suelo rústico.

La isla es lo que es. No hay más. Y aumentar la presión demográfica, la masificación turística, la destrucción del entorno, la extinción de recursos… solo puede llevarnos al colapso. Todo debería conducirnos en las próximas décadas a la sostenibilidad (e incluso, en la medida posible, a la búsqueda de cierta desaceleración) para garantizar la supervivencia de los isleños y de Mallorca (ojo, ya no hablo de la lengua o la cultura que podemos darlas por perdidas), y también de nuestro medio de subsistencia (no olvidemos que la saturación puede acabar hartando a los turistas), y en lugar de eso se busca un crecimiento monstruoso en población, en masificación turística, en urbanización, en consumo de tierras y de agua... En devastación.

Estamos matando la isla. Pero parece que no importa si a cambio de eso los ricos se hacen más ricos y los políticos consiguen su parte del botín. Los tontos somos nosotros que les votamos para que hagan caja e hipotequen el futuro de nuestros hijos y nuestros nietos.