Miquel Alzamora
Miquel Alzamora

Periodista de Deportes

Mi yo de hoy

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Escribía mi compañero Torres Blasco en Ultima Hora hace varias semanas, que «mi yo de entonces discreparía mucho de mi yo de hoy». Él, que es un buen periodista y tiene arte y talento para jugar con las palabras, lo reflejó de una forma culta y muy fina. En mi caso les digo que mi yo de entonces discreparía mucho de lo gilipollas que me he vuelto, que viene a ser más o menos lo mismo que quiso expresar Juan pero en plan ultra y dicho de otra forma. No suelo escribir de forma grosera, pero como es un calificativo aceptado por la RAE pues no parece que sea tampoco nada que pueda herir sensibilidades.

Pero la maldita ola de calor que va y viene y el viento subsahariano hace que delire más de la cuenta. Cuando yo mismo habitaba en mi yo de antes, cuando la vida era más sencilla y menos estresante, me conformaba con la película de Sábado Cine, con Más vale prevenir los viernes y con Un, dos, tres, responda otra vez. Ahora todas las plataformas de series y películas no son suficientes para detener el ansia de estar en todo momento entretenido. A esto me refiero un poco con lo de volverse idiota. El otro día me bajé una aplicación para saber dónde se encontraban todos los aviones del mundo. Ya me dirán de qué diablos me sirve eso.

La gran virtud de los manipuladores es que logran manipularte sin que te enteres. Y sin enterarnos tenemos siempre el móvil en la mano para perder tiempo mirando cosas absurdas mientras hemos puesto una serie cuyo hilo argumental perdimos en el segundo capítulo. Nos manipulan con plataformas digitales que nos hacen creer que son imprescindibles o con aplicaciones que van a hacernos la vida más útil. Todo es mentira. Lo sé, pero también he caído. Mi yo de entonces, ese que veía la serie Hombre rico, hombre pobre, y rabiaba con Falconetti no se creería que ahora no viera pasar las horas por terminar El juego del calamar.