El respeto que siente Pedro Sánchez por el voto de los ciudadanos es el mismo que el de Ábalos y Koldo por las ‘sobrinas’ y eventuales acompañantes de pago. De las trampas en las elecciones primarias del PSOE de 2014 (entonces todavía existía el partido como tal) a «la Carlota se enrolla que te cagas» se han consolidado unos modos de hacer la política que, bajo el disfraz de la progresía, arramblan con principios, valores y fundamentos de la democracia y, a tenor del último informe conocido de la exhaustiva investigación de la Guardia Civil, también con la pasta, mucho dinero de coimas de contratos de la Administración y obra pública. Con las caídas de los dos exdirigentes más poderosos del partido, Santos Cerdán y José Luis Ábalos, este también exministro, y la grabadora ambulante que ha resultado ser Koldo García, el aparato partidario sanchista pretende dar por superada la crisis, aunque con la zozobra que provoca la expectativa de nuevos informes de la policía judicial a partir del ingente material incautado a los protagonistas.
El caso Koldo–Ábalos–Santos–Sánchez contamina todos los ámbitos de la política. En el Parlament, el Govern de Marga Prohens y su partido han sitiado a la izquierda con las trapacerías de los citados, incluyendo en la misma alineación a la actual presidenta del Congreso, Francina Armengol, cuya trayectoria política no se ha librado de la sombra de las mascarillas. En su caso se añaden ahora las dudas sobre su relación con el «nexo corruptor», el comisionista Víctor de Aldama. Armengol negó conocerlo, pero Aldama dijo en televisión haber estado en su despacho en el Consolat de Mar. La defensa de la expresidenta (impagable Iago Negueruela) es que no mintió con su negativa, sino que no lo recordaba. Sánchez tampoco miente, cambia de opinión. Según el diario Vozpopuli en el encuentro oficial de Armengol con Air Europa no estaban presentes ni José Hidalgo ni Víctor de Aldama, de lo que deduce el periódico que la reunión con los susodichos no se registró en los controles del Consolat ni hubo fotos ni comunicados. Unas audiencias nada esclarecedoras.
La secretaria general de los sanchistas de Mallorca, Adriana Fernández, ha renegado de sus hasta hace nada secretarios de Organización del partido: «Ellos no son el PSOE». Es evidente, el PSOE ya no existe. El partido se ha convertido en mera correa de transmisión de un Pedro Sánchez que, enfermo de conspiranoia, no muestra ningún escrúpulo en atribuir la filtración del informe de la UCO a un plan para «derribar el Gobierno legítimo». Es el presidente que, despreciando la voluntad popular, considera que sería una irresponsabilidad convocar elecciones porque supondría «entregarle las riendas del país al PP y Vox», tal es su confianza en sus propias posibilidades. A todo esto, la izquierda siempre tan pejiguera con sus planteamientos y tan cansina con su supuesta superioridad moral sobre el resto de la humanidad, pone mala cara, un par de aspavientos y traga. Ni la extrema izquierda ni los independentistas catalanes y vascos moverán un dedo para abrir las ventanas y airear el ambiente. Sale a cuenta exprimir todavía más a un Sánchez acorralado. José Antonio Díez (PSOE) es el alcalde de León y acierta en el diagnóstico: «Esto ya no tiene un pase».
1 comentario
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La asimetria moral de la izquierda nunca falla (nosotros somos mejores, ellos peores…) Cuando se les recriminan los asesinatos cometidos en zona republicana durante la Guerra Civil, argumentan que se cometieron por el pueblo; mientras que los cometidos en la zona sublevada lo fueron por el ejercito o falangistas… Como dijo el historiador Santos Julia (poco sospechoso de ‘derechista’) igual de responsables son los asesinos de un bando como los del otro… Igual pasa con la corrupcion.