Desde el ego y el alejamiento de la realidad no se puede legislar; obviamente podemos aprobar normas (y ya tenemos demasiadas) pero agravamos la enfermedad moderna que las hace excesivas, ineficientes e incomprensibles. Esta enfermedad va a afectar ahora a unos médicos que se plantan y que con ello van a congestionar sus agendas y su trabajo. Comprendo la molestia que generará y aplaudo que lo hagan porque es un colectivo que siempre ha tragado y gracias a su vocación y juramentos ha impuesto el interés general al propio.
No obstante, hay un momento de plantarse y hacen bien. Y lo hacen por el bien de todos porque la reforma que prepara el Gobierno de Sánchez puede acabar con un sistema que funciona bien y del que en Mallorca podemos sentirnos orgullosos. Sus injustificadas e inadecuadas pretensiones van a perjudicar tanto al sector privado como al sector público y ello no es de recibo. La excelencia de la sanidad pública, además de todo el talento y medios públicos que conlleva, se nutre de la descongestión que permiten esos médicos que alternan ambos mundos a costa de su conciliación familiar y tiempo libre.
A los médicos no hay que decirle las horas que pueden o deben trabajar porque nadie mejor que ellos conocen su pericia y facultades. Lo que sí toca hacer es gratificarles debidamente una responsabilidad altísima y que suele ejecutarse con unos porcentajes de éxito que son destacables y que nos hacen sentir orgullosos. El éxito del sistema sanitario es basilar en nuestra calidad de vida. El gobierno puede reinterpretar la historia, hundir los principios que sustentaban este país, acabar con el mercado e intervenir y confiscar como está haciendo, pero no puede tocar un sistema sanitario que, al menos, compensa la fragilidad del sistema de pensiones y las prestaciones dinerarias. Si este está condenado a desaparecer no podemos tolerar que el primero lo haga por el capricho y visión de un dirigente del que ustedes tendrán una opinión u otra.
Aquí no hay partidos políticos ni bandos, aquí hay un interés general de primer orden y es el momento de alzar la voz como harán más de 1.700 médicos de estas islas. No tengo que contarles las medidas del estatuto marco porque Google o la inteligencia artificial lo harán mucho mejor que yo. Solo les pido que entiendan que las molestias que causará la huelga son mínimas en comparación con el daño que nos hará la incompetencia política. Si el sector público no sabe regularse a sí mismo cómo pretende regular cuestiones del sector privado.
Al final una mala legislación nos arrastra a todos, nos perjudica y nos empobrece. Por desgracia nos estamos acostumbrando a ello y, por ello afrontamos una decadencia que favorece a pocos y perjudica a muchos. Gobierno de España, respeta a los médicos y contribuye a que las CCAA tengan más medios y autonomía. Aquí ya estamos cansados de un centralismo enfermizo que tampoco tiene cura.
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