Amaya Michelena
Amaya Michelena

Jefa de sección (Domingo)

Matones

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El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y su ministra de Defensa, Margarita Robles, se están convirtiendo en el molesto grano en el culo de la todopoderosa OTAN, porque se revuelven ante la disparatada idea de dedicar el cinco por ciento del PIB nacional a gastos militares que nadie necesita. Quizá existan países con todos sus problema básicos resueltos que puedan permitirse ciertos lujos –yo diría que no–, pero el nuestro no es uno de ellos. Los españoles tenemos el mismo poder adquisitivo del siglo pasado –hemos perdido 25 años–, mientras los precios se han disparado hacia las nubes.

La vieja imposición de gastar el dos por ciento de la riqueza nacional en asuntos castrenses ha obligado a Sánchez a hacer encaje de bolillos para rascar más de diez mil millones de aquí y de allá. Desde mi total ignorancia en materia militar, diría que hoy solamente hay un país que podría convertirse en enemigo de España si las cosas se tuercen: Marruecos. Lleva tiempo con más o menos veladas reclamaciones territoriales sobre Ceuta, Melilla e incluso Canarias. Cuando se produjo el incidente de Perejil, la OTAN miró hacia otro lado. Aquí nos lo tomamos a choteo, como hacemos con todo, pero tuvo cierta hondura. Marruecos es ya una potencia militar en su región e invierte recursos significativos para mejorar su ejército.

Sus principales aliados son Estados Unidos, Francia e Israel. ¿Alguien cree que con esos amigos, la OTAN estaría de nuestra parte en caso de choque? Pertenecer al club de los matones siempre ha sido caro, quizá sea el momento de repensar nuestro papel en un mundo que siembra vientos bélicos y acabará por recoger tempestades. Habría que recuperar nuestra tradicional neutralidad.