Sin techo

TW
0

Escribir de asuntos de actualidad mientras una esforzada brigadilla de técnicos y obreros, provistos de mazas, piquetas y escoplos, te derriban el techo de la casa a mazazos, es algo confuso a lo que no me acostumbro. Por no hablar de lo mucho que debe influir en la elección de temas eso de ver a tu alrededor todo el puto día a gente rompiendo cosas, techos precisamente. El techo de mi casa es una terraza comunal, y parece que cincuenta años después tiene problemas, grietas, filtraciones y no sé cuántos achaques más debidos al paso del tiempo (¡ah, el paso del tiempo, qué cosa más literaria!), por lo que hubo que arreglarlo.

A los desperfectos del tiempo, me refiero. Yo creía que quedarse sin suelo era peor que quedarse sin techo, pero ya no estoy tan seguro, sobre todo si te coge escribiendo un párrafo. He leído que incluso te puede cambiar el estilo literario, y aunque yo espero no tener esa tontería del estilo propio, también es verdad que no he sido nunca un sin techo. Hasta ahora. Los sin techo tienden a una narrativa directa y rápida, sin oraciones subordinadas ni sutilezas sintácticas. Al grano. Con muchos puntos y pocas comas. Efectivamente, como el martilleo que ahora mismo estoy escuchando, seguido de los trozos de techo cayendo al suelo.

La casa se llena de polvo, difuminando todos los contornos, pero no sé si vale la pena describir también ese fenómeno asociado. Mejor no, porque con la cocina fuera de servicio y grandes plásticos cubriendo mesas y estanterías, la verdad es que estoy muy confuso. Nunca había estado confuso tanto tiempo seguido; a ratos sí, como todo el mundo, pero no días y días. Me parece que no entiendo nada, una sensación inquietante. Mi casa estaba bien, perfectamente, y de pronto… Pues no, estaba fatal y había que extirparle el techo.

El techo. Estoy viendo el cielo abierto, y no tiene ninguna gracia. ¿Y si yo mismo no estoy tan bien como me figuraba, y debería extirparme algo? ¿Y si tengo una terraza comunal en la cabeza y no me había enterado? Todo estaba mal en el mundo, salvo precisamente mi casa. Y ya ven. Qué escribo yo ahora, sin techo y confuso. El estilo directo, rápido y al grano no está mal, pero confunde mucho.