Tòfol Rosselló
En ocasiones, los adjetivos se comen al sustantivo. Es habitual que un articulista, cuando va a hablar de un personaje, para definirlo acompañe su nombre con un adjetivo. En el caso de Tòfol Rosselló, no encuentro adjetivos suficientes para describirlo. Seguramente, no le guste que le dedique este escrito. No soporta a los ególatras y es un hombre de una discreción irrenunciable en su esquema de vida. En una ocasión asistimos a una cena de quintos. Su esposa y uno mismo somos de la misma edad. Compartimos mesa. Al final, teníamos que pagar a los organizadores y presencié un detalle que pasó inadvertido a los demás, pero que ilustra su proceder discreto y elegante. No sacó la billetera al estilo de los nuevos ricos o bufes; miró a su esposa y ella discretamente abrió su bolso e hizo efectiva la cuota correspondiente. Dicen que detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer. En este caso, es al lado, no detrás. Apolonia es madre, esposa y empresaria que trabaja de sol a sol. No un jarrón de adorno. Él siempre le da un papel de la misma preeminencia que para sí. Es un hombre de empresa y familia. Los Rosselló son el ejemplo de empresa que ama esta tierra y la defiende con hechos ejemplares. El domingo pasado me envió un wasap con un vídeo de la siembra en Son Vivot de miles de olivos. Son Mesquidassa ya está completo. Utiliza maquinaría de última generación, lo que permite en un solo día la siembra de miles de árboles. Es un hombre avanzado. Un visionario. Ha sabido sacar rédito y repartir riqueza a esta tierra con un negocio que estaba llamado a la extinción. Recolecta la aceituna con un sistema que le permite que en el mismo día se convierta en aceite. Ha sabido mantener lo esencial pero actualizado para ser eficaz y competitivo. Cuando inicia un proyecto, invierte capital en la investigación y paga a técnicos de élite para producir lo mejor y de la mejor manera. En el olivo ya ha experimentado que al ser la aceituna arbequina muy frágil a determinas plagas, lo que conlleva pérdida de volumen de producción, ha decidido que la siembra de Son Vivot se haga con unos olivos que serán resistentes y producirán con la misma calidad mucho mayor volumen. Aplauso a la inteligencia práctica, a la visión de futuro, de pensar a lo grande desde la discreción y humildad. En el trato no ha cambiado. Mantiene los amigos de siempre. Cuida y mima a sus profesionales. J. Ramis es su gerente desde hace cuarenta años. Su coraje le ha llevado a ir personalmente a cualquier país del mundo para negociar. Adora a su familia. Sus hijos trabajan todos en sus empresas. Sus yernos también y estoy seguro de que lo harán sus nietos. Ha sabido elegir el lugar donde encajan. En su empresa hotelera hay respeto a lo nuestro. Deseo agradecerle su amor a la tierra, su enseñanza de trabajador infatigable, su lealtad a sus principios y a su bello estilo de ejercer la amistad.
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