El detalle

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Nadie sabe exactamente qué es un detalle, ni siquiera el profesor Bernat, que quizá está escribiendo una detallada Historia del detalle en sus ratos libres, pero todos creemos saber lo que quiere decir la conocida frase «Ahí está el detalle», ya se señale con perspicacia un pequeño bordado, un punto y coma, la empuñadura de una daga o el pañuelo de Milady de Winter en Los tres mosqueteros. O en fin, que el perro de los Baskerville no ladró. El detalle revelador. El profesor Bernat, al que no se le escapa ningún detalle, infiere que cuando se dice ahí está el detalle estamos diciendo que ahí está la verdad de todo, la clave del conjunto y de la cosa, así sea la cosa un campo de trigo con cuervos o el destello de un farol entre la bruma. Y por tanto, que ya no es un detalle si se repara en él. Aunque desde luego, siga siendo un detalle, y de consideración. Lo que nos lleva a una paradoja. ¿Está el detalle en la cosa o en la mirada del observador? ¿Funciona ahí el principio de indeterminación de Heisenberg, de modo que si ves la cosa no ves el detalle, y si ves el detalle no ves la cosa? Y lo más importante, ¿Se puede escribir una historia del detalle? Yo creo que él sí que podrá, aunque claro, si la paradoja surge al inicio del estudio, siempre es más difícil que si aparece al final, como le sucedió a Wittgenstein, o al mismo Gödel, lógico y matemático. Por otra parte, desde la Biblia sabemos que Dios está en los detalles, y aunque esa frase se atribuye a Flaubert, y la usan mucho arquitectos y diseñadores como si fuese suya, también hay refranes en diversos idiomas que dicen lo contrario. Que es el diablo el que está en los detalles. Probablemente estén los dos, como en ese pañuelo bordado de Milady, lo que ahora mismo no sé si anula la paradoja al añadirle misterios sagrados, o la engorda más todavía. Tendremos que pensarlo, tendremos que hablarlo mucho. Buscar el detalle del detalle. Un gran proyecto, porque ya sea Dios o el diablo, la satisfacción estética del detalle, y por tanto moral, es extraordinaria. Parecida quizá a la que matemáticos y físicos teóricos dicen experimentar cuando una ecuación, además, es elegante. El detalle definitivo. La belleza.