En la cuestión del catalán, del vasco y del gallego en la Unión Europea el ministro Albares se mueve constantemente entre la falacia y el sofisma.
Todas las afirmaciones del ministro tienen un vicio de origen incorregible: la campaña del Gobierno no está motivada por una cuestión de principios sino de la necesidad que tuvo de contar con 7 votos para la elección de Francina Armengol como presidenta de las Cortes Generales. No busquen más explicaciones. No se trata de defender un derecho inexistente en el ámbito europeo sino de amarrar unos votos para continuar en el poder.
Con ese ánimo, el Gobierno está haciendo algo muy feo. Intentar retorcer el derecho y forzar la voluntad de gobiernos que no están por la labor. El único argumento que Sánchez puede aportar a sus colegas es que necesita los votos de Junts porque si cae su Gobierno, empezará el Apocalipsis con un gobierno del PP.
No sé cual es la línea argumental que nuestras embajadas estarán utilizando en sus gestiones habituales pero la línea del ministro es un sofisma: el catalán es un idioma oficial en la Constitución. La UE tiene que aceptarlo como idioma oficial. Si alguien no apoya esto quiere decir que está en contra de la Constitución.
Dice el ministro que es un objetivo «irrenunciable e irreversible». Claro, como la amnistía que no cabía en la Constitución hasta que hubo necesidad de 7 votos. Si el Gobierno no necesitase esos 7 votos, el expediente del catalán, del vasco y del gallego en la UE se guardaría en un cajón para siempre.
Es imposible que la prioridad de nuestra política exterior y de nuestra diplomacia sea la de hacer que el catalán sea idioma oficial de la UE ¿Se da cuenta el ministro Albares de la caja de Pandora que podría abrir si se atendiese la petición española? En la Unión Europea además de las 24 lenguas oficiales hay unas 60 lenguas minoritarias o regionales (cooficiales o no). He aquí algunos ejemplos: frisón, corso, friuliano, occitano, sardo, carelio, bretón, casubio, franco-provenzal, latgalo, ruteno, sorbio y sami. Sin olvidar el ruso, lengua propia de cerca de 16 millones en la UE, ni la que se nos viene encima con los millones de ciudadanos europeos que tienen el árabe como lengua materna.
No quiero malinterpretaciones. Me gustaría que el catalán fuese un idioma oficial de la UE, pero ahora mismo sin cambiar las normas no es posible y hay países que no quieren cambiar las normas, porque les representaría un problema político mayúsculo.
Pedro Sánchez tiene un problema y pretende que 26 países europeos le ayuden a pagar la factura con Puigdemont, un prófugo de la justicia. ¿A cambio de qué? Peligro.
2 comentarios
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S'articulista diu que li agradaria veure es català com a llengua oficial a s'Unió Europea, però no m'ho crec perque he seguit altres col·laboracions seves i sé que ès un nacionalista espanyol defensor des supremacisme castellà. Ès ver que es Govern espanyol d'en Pedro Sánchez reclama s'oficialitat des català, es basc i es gallec a s'Unió Europea perque ha de menester es vots de Junts per Catalunya en es Congrés des Diputats espanyol i no per principis ètics o polítics. S'articulista critica aquest fet i jo en canvi l'alap, perque en democràcia sa política es negociació. Encara que es PSOE no defensaria 'motu proprio' s'oficialitat d'aquestes llengües a s'Unió Europea, l'ha de negociar perque hi ha un partit anomenat Junts per Catalunya que té representació a bastament en en Congrés per reclamar-la. I com que s'objectiu me pareix bo, no m'importa que es PSOE el defensi de bona o de mala gana; m'importa que el defensi tant com pugui. Si s'arribàs a conseguir que es català, es basc i es gallec fossin oficials a s'Unió Europea, seria un acte de justícia que ajudaria indirectament a reforçar s'ús d'aquestes llengües dins Espanya i a revertir sa castellanització heretada des franquisme. Seria tot un èxit!
Sanxe quiere la oficialidad europea para las lenguas cooficiales del Estado español pq tiene un problema político (es decir, necesita votos); y hay dirigentes europeos que rechazan abrir ese melón pq les supone un problema político (es decir, les restaría votos). Pero el fondo de la cuestión es razonable y hasta el señor Pons lo reconoce, pero como buen diplomático no quiere metetse en ese jardín no sea que l'amo mos arruixi. Los que tenemos un problema somos los ciudadanos con estos políticos que no nos representan ni lo harán.