A lan Garber, rector de la Universidad de Harvard: «bienvenidos los estudiantes de todo el mundo, como debe ser». En un discurso de graduación, el académico lanzó una encendida diatriba a favor de la educación, de la investigación, de la ciencia, frente a las presiones de la Administración del presidente Trump. Harvard se ha convertido, así, en un baluarte de resistencia ante los trompicones de la Casa Blanca: un centro de docencia e investigación de alta calidad, que respeta la libertad de cátedra y que, con resultados en la mano, es una referencia mundial en los avances científicos. Dani Rodrik, catedrático de Economía en Harvard, en declaraciones a El País: «Pocas cosas han contribuido tanto al poder económico y tecnológico de Estados Unidos como su capacidad para atraer talento exterior». El prestigioso economista augura un futuro «muy sombrío» para su país, si esta orientación de Trump persiste.
Garber, médico y economista sanitario; y Rodrik, un autor de fuerte impacto en el mundo de la economía, constituyen dos muestras representativas de una ciudadanía responsable, ante los atropellos que estamos viviendo. La incertidumbre se profundiza en las posiciones de la Administración de Estados Unidos. La preocupación en el mundo financiero y económico tanto de Estados Unidos como de otros hemisferios, es palpable en encuentros y jornadas económicas en las que participan economistas representantes de instituciones de primera fila. Y esa inquietud se concreta en el desorden existente en la Casa Blanca y en su gabinete económico-político, con declaraciones reiteradas que se adentran, todavía más, en una enorme intranquilidad conducente a un estado caótico.
A parte de la resistencia universitaria de Harvard, otro foco interior de discordia con Trump está en la Reserva Federal. Su presidente, Jerome Powell, economista conservador, está trabajando con los datos disponibles sobre inflación y evolución del mercado laboral. Trump exige recortes en los tipos de interés, para enmarcar mejor los movimientos de incrementos de aranceles y la trayectoria preocupante de la deuda y del dólar -que está perdiendo su estatus como moneda refugio-. Powell medita sus decisiones, y ha emitido un mensaje inequívoco: la política arancelaria de Trump va a tener consecuencias más negativas de las esperadas para la propia economía estadounidense. Los datos refuerzan a Powell: retrocesos en el PIB en los primeros meses de 2025 y tendencia a un repunte inflacionista. A pesar de esto, Trump sigue amenazando con subir los aranceles a la Unión Europea hasta el 50 %. Un auténtico disparate.
El profesor Rodrik lanzó hace ya dos décadas, en un libro importante (La paradoja de la globalización, Antoni Bosch Editor, Barcelona, 2011), su reconocido trilema. Este dice que democracia, soberanía nacional e integración económica global son incompatibles: solo se pueden combinar dos, no los tres de manera simultánea y en su totalidad. Trump ha elegido, sin duda, solo uno de los tres componentes del trilema: el de una soberanía nacional mal entendida, que presupone menos democracia y menos integración económica. La cerrazón. El iliberalismo.
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