Realidad disminuida

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Todos sabemos qué es la realidad aumentada, ese invento tecnológico que no cesa de aumentar, pero apenas se menciona la realidad disminuida, que es la que soportamos a diario. En parte, porque según la ley de la conservación de la energía, si la realidad aumenta por un lado, debe disminuir por otro, y en parte también porque la realidad es de por sí menguante, y conforme te haces viejo, cada vez te queda menos. Yo por ejemplo, llevo años observando cómo disminuye la realidad a la par que se agota mi energía cinética, y aunque sentado en el sillón de orejas conservo la potencial, no puedo evitar que la realidad propiamente dicha se reduzca como un saldo bancario. Pero no vamos a hablar de mí, ni de la vejez en general, ni siquiera de si toda la realidad que se pierde contribuye a inflar la realidad aumentada y mantener así el equilibrio, porque lo ignoro. Tal vez, quizá, la tecnología hace cosas muy raras. Es hora de hablar de realidad disminuida, un fenómeno contemporáneo donde los haya. La realidad es cuestión de percepciones, y para percibir cosas hace falta recibir información. Con mucha información, la realidad se expande hasta cubrir zonas irreales; con poca, se contrae al tamaño de una nuez. Esta mañana, tras leer la prensa y mirar informativos, tuve conciencia de esa nuez y pensé que eso ya lo había pensado ayer, y la semana pasada, y quizá el año pasado. Porque la información recibida es casi idéntica, se reduce a media docena de asuntos, y a diferencia de otros tiempos cuando entre periódicos, libros y películas la realidad era infinita, nos cabe en el bolsillo. Podría escribir ahora mismo el periódico del mes que viene. ¿Y cuáles son esos únicos asuntos de los que tanto se nos informa? Sin contar las tonterías, básicamente cuatro. Trump, la IA, Israel y las corrupciones de Sánchez. O sea, cuatro o cinco. Lo que en efecto, disminuye la realidad no ya al tamaño de una nuez, sino a una monedita de dos céntimos. Y si descontamos las tonterías y lo de Sánchez por no ser auténtica información, queda Trump, Israel y la IA. Qué magra se ha vuelto la realidad; qué mierda de realidad disminuida. Sobre todo si como en mí caso, era ya una realidad menguante.