Torres Blasco
Torres Blasco

Periodista especializado en política

Hojas de calendario

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Acabo de arrancar la hoja de mayo del calendario cuando junio lleva ya cuatro días por delante y eso me conduce una vez más al paso del tiempo y a preguntarme si ese retraso en pasar página, u hoja en este caso, tendrá alguna consecuencia en el discurrir de los acontecimientos, o si todo lo acontecido desde el 1 de junio, que era domingo, se ha visto ya alterado. El año, observo en la hoja recién estrenada, se corresponde con el que toca, 2025, aunque –y eso se ve más en política local– mucho de lo que está pasando ya se vio el año anterior. Supongo que retrasarse unos días en cambiar la hoja de mes del calendario no es tan grave como llevarte dos o tres por delante cuando arrancas la del mes vencido. Y, qué se yo, que después de junio se te aparezca agosto o septiembre. En ocasiones, si has arrancado la hoja con fuerza en una especie de arrebato, todo el calendario se puede descuajaringar y tienes que recomponerlo con celo o con grapas. No queda muy allá, como aguantar el cristal de unas gafas con esparadrapo, pero qué se le va a hacer. Soy muy fan de esos calendarios de números grandes, con una hoja por mes, y que son perfectos para una cocina pero también para los lugares de trabajo, para los bancos y las oficinas, por ejemplo. Hay muchas películas con calendarios. En algunas, el paso del tiempo se describe visualmente con hojas de calendario –en esos casos de calendarios tipo taco con una hoja por día– que pasan muy rápido como movidas por el viento. Hay algunas, sobre todo las de viajes en el tiempo, en que las hojas pasan al revés cuando te mueves hacia atrás. Tengo que fijarme bien la próxima vez que me pase por el Parlament balear si hay algún calendario y si las hojas no han sido arrancadas y por eso parece que es el año anterior. Sí recuerdo es que durante una época hubo un reloj que siempre marcaba la misma hora. Pero he olvidado cuál.