Demasiada literatura

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Probablemente hace tiempo que lo vengo diciendo. En todas partes hay demasiada literatura. En las ciencias, las artes, la política, el periodismo, las noticias falsas, la tecnología, la macroeconomía. Puesto que el dominio y la imposición del relato es lo único importante, y la lucha ya no consiste en tomar un trozo de playa, un puente o un torreón, sino en contar un cuento, y luego fortificarse ahí y rechazar a invasores y atacantes, es normal que la literatura, igual que el agua en el cuerpo humano, alcance hasta el 70 % de la masa total. O más en cuestiones referentes a ideología, creencias religiosas, patriotismos o identidades, donde el porcentaje literario es apabullante. Literatura mala, se entiende, pero literatura al cabo, pues en eso consiste la confección de relatos. Por supuesto, la filosofía y la historia también son literatura.

Lo debo haber contado otras veces, pero procuro no quejarme demasiado, porque quejarse de este irritante exceso de mala literatura (sin relato no vendes ni zapatillas, y qué otra cosa son las campañas electorales) no sirve para nada, es perder el tiempo. Lo que ocurre es que, paralelamente a este fenómeno que ya ha convertido la realidad en algo más ficticio que la ficción, resulta que también hay demasiada literatura en la propia literatura, y eso sí que es irritante. No hay quien lo aguante. De las numerosas razones para no leer un texto o abandonar un libro a las pocas páginas, la más básica siempre fue que contuviese un exceso de literatura, fallo garrafal que todos los buenos escritores intentan evitar como la peste.

Es algo que se detecta en las primeras líneas, y si yo percibo demasiada literatura en la literatura, se trate de novela, ensayo o periodismo, lejos de soportarlo estoicamente como cuando aparece en cualquier otro sitio (política, ciencia, publicidad, etc.), lo aparto de mi vista al instante y salgo huyendo como alma que lleva el diablo. En casos extremos, hasta lanzo gemidos y refunfuños. Ya es suficiente aguantar tanto relato y tanta literatura en todas partes, pero en la literatura es más de lo mismo, lo peor que puede haber. En fin, si quieren hacer buenos relatos, déjense de cuentos y extírpenla.