La masificación

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Es difícil tomar decisiones y fácil criticarlas a toro pasado. Nos quejamos de la masificación, con razón, pero quien la provoca muchas veces no es el culpable, y el culpable nunca quiere reconocerlo.
A principios de siglo éramos en Baleares unos 830.000 habitantes; en 2024 somos 1.238.000, es decir, 400.000 más. A esto hay que sumarle los turistas que nos visitan: según los datos que se consulten, cerca de 800.000 en agosto.

La presión humana aumenta considerablemente, por no decir que se vuelve insostenible. Esto se ha dicho por activa y por pasiva, y todo el mundo lo sabe.

Siempre culpamos al turista; es más, en Baleares pasa algo y la culpa es del turista, nunca de nosotros, los residentes, y menos aún de la administración o de nuestros dirigentes. Unos se echan la culpa a otros. Cuando preguntas, unos culpan a los anteriores y los anteriores a los que están ahora. La administración, a menudo, evita tomar decisiones estructurales que puedan mitigar estos efectos a largo plazo.

Por poner ejemplos: Sóller, a diario, sufre el colapso de su carretera, llegando incluso a cerrarse el túnel. La culpa es de los coches de alquiler. Los nuestros no masifican, los nuestros colapsan... según a qué horas: entradas y salidas de trabajadores, colegios, etc. Aquí no hay coches de alquiler, aquí lo llamamos «colapso».

El alquiler vacacional y su regulación se complican mucho cuando no existen herramientas para perseguir al ilegal, lo que genera una situación en la que los ilegales operan libremente, mientras que los legales son quienes enfrentan las restricciones. Los inspectores —que son pocos— no pueden controlar a los ilegales. En cuanto los localizas, desaparecen o no abren la puerta. Incluso se pide a los afectados que denuncien, y luego de denunciar, el malo es el denunciante, no el denunciado. El mundo al revés.

Del alquiler a largo plazo, todos hablan de impulsarlo, pero el tema se complica cuando el okupa tiene más derechos que el propietario. No tengo ninguna duda de que todos tenemos derecho a una vivienda digna, pero no debe ser subvencionada por el propietario; es la administración quien debe hacerse cargo.

Y no olvidemos comentar el tema de los charters náuticos: empresas de alquiler de barcos, muchos de ellos con bandera extranjera, que campan a sus anchas sin ningún tipo de control.

Pero no nos distraigamos: la culpa es de los TURISTAS.