Amaya Michelena
Amaya Michelena

Jefa de sección (Domingo)

Trenes y apagones

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Durante mucho tiempo, el sistema ferroviario de Gran Bretaña fue el ejemplo a seguir en todo el mundo. Desde la metrópolis a las colonias se presumía de la red y el servicio. Esto fue así hasta que en los años noventa del siglo pasado empezaron los problemas. Es decir, los accidentes y los muertos. El inicio de la trágica estadística comenzó en 1988 y durante bastante tiempo fue raro el año en que las noticias no reflejaran alguna gran desgracia relacionada con los antaño modélicos trenes ingleses. Hubo más de cien fallecidos en doce años. Parecía cosa del destino, de la mala suerte… pero no. Nada que ver. Pronto se desveló que el origen de aquellos desastres era muy terrenal y tenía nombre y apellido. Margaret Thatcher. La dama de hierro que encumbró el modelo político liberal había recortado drásticamente las inversiones en modernización, mejoras y seguridad de la red ferroviaria durante su largo mandato: una década sin meterle dinero al sistema propició su degradación y a la postre los fallos constantes con dramáticas consecuencias. ¿Es posible que lo que vemos hoy en España tenga algún paralelismo con aquello? Porque la inversión pública en infraestructuras se ha desplomado y apenas alcanza el 2,8 por ciento del PIB, cuando antes de la debacle de 2008 se destinaba más del cinco por ciento. A veces parece que la política es eso de comparecer en el Congreso de los Diputados y chillar, atacar, criticar, menospreciar e incluso insultar al adversario. Y no, la política es dirigir una nación, diseñar el futuro, invertir en él, tener una mirada larga y profunda, cosa que la mayoría de nuestros políticos no tienen. Y ahora que nos exigen meterle pasta a la defensa, me temo que esto solo irá a peor.