Grandes inventos. La aguja
Parece mentira que algo tan pequeño y de aspecto vagamente inquietante, porque se clavan (están concebidas precisamente para clavarse), haya sido tan importante y decisivo para la humanidad. De la aguja hablamos, claro está, que en sus primitivas modalidades de hueso, madera o bambú (aún no existían los metales), sin excluir las espinas trabajadas de ciertos vegetales, ya cumplían sus varias tareas (coser, por ejemplo) hace más de 40.000 años. En efecto, la aguja es un artefacto prehistórico y todavía no logro explicarme qué tipo de mente primitiva, pero genial, concibió la idea de coser y, luego, la del instrumento necesario para que ese extraño verbo pudiese llegar a existir. La aguja, una pequeña varilla afilada por un extremo y con un orificio en el otro (el ojo de la aguja), a fin de pasar el hilo. ¡El hilo! ¿Qué fue primero, la aguja o el hilo? Es igual, porque los grandes inventos suelen llegar en racimo o en grumo y hasta que alguien no junta las piezas no se ha inventado nada. Luego ya es coser y cantar. Llegaron las agujas de cobre, de bronce, de hierro y de acero en China durante la dinastía Han y hasta los guerreros mongoles de la estepa tenían sus propias agujas para remendar ropa y calzado y coserse las heridas si era menester. Porque si bien la forma de la aguja hace daño a la vista, parece cosa de locos y a mucha gente le dan bastante miedo, una cosa es la forma y otra el fondo (el hueso y el viento, decían los letrados chinos), y además de para ir vestidos y calzados, y fabricar redes de pesca (alimentación) y magníficos bordados decorativos, la aguja también tiene usos sanitarios. La de humanos que salvaron la vida por una simple aguja bien manejada, y eso que aún no se habían inventado las agujas hipodérmicas huecas, fundamentales en asistencia médica. El imperdible sí y por eso yo siempre llevo uno en homenaje a aquel remoto inventor prehistórico que sin aguja ni hilo, concibió la idea de coser. Y así sucesivamente. Qué imaginación. Un delirio de sensatez. Las almohadillas o estuches de agujas son tan indispensables en las cajas de costura como en los botiquines de primeros auxilios. No se asusten si ven que van a clavarles una.
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