El pasado jueves día 8 de mayo conmemorábamos y celebrábamos el 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial con la capitulación del ejército alemán. Ayer, día 9 de mayo, conmemorábamos también el 75 aniversario de la famosa declaración de Robert Schuman, el primer paso del proyecto europeo.
Hace 5 años sufrimos la pandemia de la COVID-19. Cinco años en términos históricos no son nada. Por eso impresiona hoy todavía que solo cinco años después del final de la guerra, cinco años después de la barbarie del nazismo y del fascismo, después de millones de muertos, de horribles batallas que segaron la vida de tantos jóvenes y de los abominables campos de exterminio, Francia tendiese la mano a Alemania para construir juntos un proyecto ambicioso de perdón, paz, y progreso. ¡Que bella lección en un continente devastado física y moralmente!
Nacía un proyecto que avanzaría a veces con largas zancadas y a veces con pequeños pasos. Los pesimistas piensan que se ha avanzado muy poco, pero en realidad la transformación de Europa es impresionante. Como decía el embajador Ramón de Miguel el pasado miércoles en la conferencia del Movimiento Europeo «la UE es como el aire que respiramos, si nos lo quitan nos asfixiamos.
En la actual coyuntura internacional, la UE afronta un debate casi existencial. El proyecto europeo nació para combatir el nacionalismo, para construir un proyecto de paz y de valores como garantía de progreso y seguridad. Por eso, su estructura y su ambición nunca han sido las de construir un estado europeo sino una comunidad indefinida, para crear una unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa, como decía el Tratado de Roma en el preámbulo.
La guerra de Ucrania, el abandono de Europa por parte del presidente Trump y la amenaza constante de Rusia obligan a la UE a replantearse sus objetivos más esenciales. Ya no puede ser solo una potencia comercial y económica. Ahora se le exige que sea una potencia en materia de defensa y seguridad para hacer frente a Rusia en Ucrania y, además o, sobre todo, porque Trump le retira el paraguas de la OTAN.
Esa impresionante comunidad creada a lo largo de los últimos 75 años al servicio del mercado único, de la unión económica y monetaria y de las ayudas financieras para que creciese la renta, ese aparato ahora tiene que pensar en como transformarse en una unión militar, de seguridad y defensa o como mínimo, en añadir una fuerte dimensión de seguridad y defensa a las estructuras de la Unión.
Un ejército europeo no se improvisa. Una mentalidad tampoco pero no tenemos alternativa. O nos hacemos respetar o estaremos a disposición de los delirios de Putin.
2 comentarios
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¿A que viene tanta rusofobia? Triturar la maquinaria de guerra alemana la pagó la URSS con sangre, mucha sangre (alrededor de 27 millones de muertos), una economía aniquilada y un país asolado por la barbarie occidental en el enésimo intento de desmembrar al temido y riquísimo vecino.
Aún mantiene la necesidad de la OTAN y que tenemos que gastar billones en armas teniendo como principal argumento que Putin tiene delirios? Por favor...