Trump el pionero

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CUANDO Pedro Sánchez tira de morro para vender el cuento del ataque marciano que provocó el apagón no miente de forma especial, o sea: no más de lo que lo hace en todo el resto de su amplia panoplia de ‘cambios de opinión’. Cuando Alberto Núñez Feijóo va a Valencia, abraza a Carlos Mazón y asegura que éste es «coherente y valiente» con lo de la DANA no es que nos tome por idiotas, o al menos no más de lo habitual. Cuando Marga Prohens pide que sea la empresa del Gobierno nacional Aena -que controla los aeropuertos- la que le saque las castañas del fuego reduciendo el número de turistas durante el verano no hace otra cosa que lo mismo que lleva haciendo hace un año. Que es más o menos igual que lo de Francina Armengol asegurando que hizo algo práctico en política de vivienda durante los 8 años que gobernó: no alucina ni nos trata de más tontos que cuando nos contó que no sabe nada de lo de las mascarillas socialistas de Ábalos. Cuando Lluís Apesteguia fantasea con el decrecimiento turístico no nos arranca el pelo más que cuando no lo mentaba ni lo practicaba a pesar de que Més gobernaba…

NO ES QUE ellos -y el resto, pues no hay excepción alguna- se hayan vuelto de repente unos cínicos. Lo son porque es el resultado lógico de un largo proceso de infantilización de la sociedad -debido a múltiples factores imposibles de sintetizar aquí-, con ribetes de idiotización que se ven nítidos en las televisiones -verbigracia: la socialista TVE comprando parte de la bazofia de Tele Circo para vomitarla luego al consumo popular-, de ausencia casi absoluta de formación cultural en el conjunto social y por ende con la progresiva falta de opinión sanamente crítica del individuo… y tantas otras involuciones que favorecen la homogeneización del comportamiento de los caudillos políticos. Lo que les interesa por encima de todo es ofrecer a sus respectivas parroquias la propaganda que refuerce las diferentes posiciones a favor de ellos y contra los demás. Que sea con mentiras da igual. La realidad cada vez es menos relevante. Donald Trump fue el pionero. Los otros no hacen más que imitarle.