Patricia Guasp Barrero
Patricia Guasp Barrero

Jurista y Exdiputada Parlament de les Illes Balears

Europa es nuestro futuro y nuestro destino

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Este 9 de mayo celebramos el ‘Día de Europa’ en un momento en el que los valores europeos se encuentran amenazados por la propaganda, la desinformación, por el populismo, el intervencionismo y el nacionalismo de todo pelaje y condición. Y volvemos a celebrar otro ‘Día de Europa’ con una terrible guerra en nuestro viejo continente provocada por la invasión del autócrata Putin a un país soberano como Ucrania que precisamente ha pedido la adhesión a la Unión Europea.

Como cada 9 de mayo todos los ciudadanos europeos celebramos el ‘Día de Europa’ en conmemoración de la famosa Declaración Schuman que puso en marcha la construcción europea. El 9 de mayo de 1950, cinco años después del fin de la II Guerra Mundial, el francés Robert Schuman junto al resto de ministros de exteriores de Italia, Alemania, Países Bajos, Luxemburgo y Bélgica, pronunció su reconocido discurso cuyo objetivo era la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), con el que se ponían los cimientos de nuestra actual Unión Europea. El sueño de estos visionarios era el de construir una Europa unida en torno a un proyecto común y de integración que acabara con la lacra del nacionalismo y garantizara la paz, la unidad, la libertad, la justicia y la solidaridad en el viejo continente. Y estoy convencida de que hoy, setenta y cinco años después, debemos mantener su esencia más viva que nunca.

El 9 de mayo, día festivo en muchos de los Estados miembros, pero no en nuestro país, es un día para celebrar nuestra ciudadanía europea y reafirmar nuestro compromiso con el proyecto europeo. Un proyecto de integración europea aún en construcción que debe avanzar hacia una verdadera unión política con la que soñó uno de sus padres fundadores, el ministro francés Robert Schuman e incluso el gran poeta y dramaturgo Víctor Hugo ya en el siglo XIX.

El Día de Europa es una oportunidad para sensibilizar a los ciudadanos sobre sus derechos derivados de la ciudadanía europea que se recogió por primera vez en el Tratado de Maastricht que entró en vigor en 1993 y que sentó las bases de la actual UE, creó la Unión Económica y Monetaria, reforzó las competencias del Parlamento Europeo, representante de los ciudadanos, consagró el concepto de ciudadanía europea y nuestra moneda común, el euro.

Soy muy consciente de que en un momento como el que vivimos, necesitamos, más que nunca, reformar e impulsar el proyecto europeo para conseguir avanzar hacia una Unión Europea más fuerte, más justa y unida, y también más útil que garantice nuestro Estado de derecho y acabe con la lacra de los populismos, nacionalismos excluyentes y los movimientos eurófobos que amenazan el proyecto europeo y nuestras democracias liberales. Porque el futuro de Europa y el de España son inseparables.
Es cierto que hay mucho por reformar, pero siempre en el sentido de más y mejor Europa y no de involucionar en la construcción europea en favor de más soberanía nacional, como están deseando los populistas de ambos extremos ideológicos, aunque sobre todo la extrema derecha europea que enarbola discursos del odio y contra, lo que llaman de manera populista tanto la ultra derecha como la izquierda ultra, ‘las élites de Bruselas’. Europa se enfrenta a nuevos retos porque los paradigmas han cambiado.

Hoy más que nunca, reafirmemos nuestro compromiso con la Unión Europea y sigamos construyendo nuestro proyecto común a pesar de los populismos que amenazan nuestros valores europeos y nuestras democracias liberales. Porque «Europa es nuestro futuro y Europa es nuestro destino» como pronunciara el excanciller Helmut Kohl, arquitecto de la reunificación y figura clave en la historia de Europa.