Antonio Papell
Antonio Papell

Periodista

Energías en pugna

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El apagón eléctrico en España y Portugal del pasado 28 de abril todavía no está resuelto pero ya parece descartado que haya sido fruto de un sabotaje internacional. El edificio del suministro eléctrico se derrumbó en segundos por unas causas aún no precisadas, vinculadas a los controles y a los estabilizadores del sistema. Tampoco se puede atribuir racionalmente la responsabilidad a la composición del mix de aquel momento –con fuerte predominio de las energías renovables sobre las energías convencionales porque no era ni de lejos la primera vez que se llegaba a tal situación. Así, pues, habrá que esperar a que los técnicos identifiquen la causa del apagón.

Lo inquietante es que el problema, que es evidentemente técnico, ha adquirido ya una insoportable carga ideológica. No hace mucho tiempo que se había reabierto el debate sobre las nucleares, en el sentido de cumplir el calendario de cierre o reconsiderarlo, y la polémica se ha desviado, como cabía esperar, hacia el apagón, que habría sido algo así como un aviso providencial que nos recomienda alargar la vida de las nucleares y moderar el paso en las renovables. Hasta Trump ha metido el hocico en el debate: el secretario de Energía de Estados Unidos, Chris Wright, ha criticado con dureza la política ecologista del Ejecutivo español, y en especial, su apuesta por la energía eólica y la solar: «Es muy triste ver lo que ha sucedido en Portugal y España y a tanta gente allí. Pero, ya saben, dejarse llevar por el clima es una empresa arriesgada».

La estupidez de las declaraciones del representante de un gobierno USA que se desmarca del cambio climático y es negacionista al respecto de las vacunas evita cualquier comentario. Pero también es irritante la polémica interna que aprovecha descaradamente cualquier incidente para llevarse al huerto a los ciudadanos.

Claro que habrá que debatir si el camino adecuado de nuestra generación nuclear es el francés o el alemán. Pero lo que resultaría sencillamente absurdo sería volver atrás en la extensión de las energías renovables, que en un plazo relativamente breve nos liberarán completamente de los residuos insanos de las energías fósiles. Nuestro futuro eléctrico depende mucho más de la racionalidad que de los intereses materiales de los grupos económicos que se juegan mucho en la disputa.