Toda la Península padeció un lunes caótico por un apagón sin precedentes. Ninguno de los responsables supo explicar qué ha pasado, aunque esto hoy importa poco porque, por lo visto en redes, no hay un español que, desde el minuto cero y cómodamente sentado en su sofá, no supiera las causas verdaderas, a partir de sus conocimientos de física, electrónica y hasta magia.
En medio de ese caos, Baleares destacó porque todo funcionó como un reloj.
Apenas se marchó la luz (en la Península), la dirección de Emergencias del Govern emitió un mensaje en Twitter: «Desde la DG de Emergencias enviamos un mensaje de tranquilidad a la población de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera.» Y añadía: «Las Islas Baleares no están afectadas por la caída del suministro eléctrico». Uno lo sospechaba desde el momento en que estaba leyendo Twitter, con la electricidad funcionando; pero cómo tranquiliza que te lo confirmen. «El equipo de la DG de Emergencias –concluía el mensaje– lleva a cabo reuniones técnicas de coordinación para hacer el seguimiento de la situación». Y acompañaba una foto de un montón de funcionarios en torno a una mesa, tomando notas y manejando las redes sociales. Eso sí es tranquilizador: si en Madrid o en Lisboa tuvieran gente así, tomando notas alrededor de una mesa, las cosas habrían ido mejor. Pero en Baleares tenemos gente competente.
Después, o al mismo tiempo, el Govern puso en marcha el Platerbal. Para los que somos analfabetos en estas cosas, eso es el Plan Territorial de Protección Civil de Baleares. Se trata de un documento aprobado en 2014 que da respuesta a las emergencias. El plan dice estar concebido para afrontar «situaciones de grave riesgo, catástrofe o calamidad pública que se puedan presentar en su ámbito territorial». ¿Cuál es el ámbito territorial del Plan de Protección de Baleares? Aunque lo de ‘Baleares’ nos debería dar pistas, nuestro ámbito en realidad es el mundo entero. Cualquier día, con la lava de Islandia o un tifón en la India, pedimos calma a la audiencia, y nos ponemos a hacer un seguimiento. ¡Qué diver, qué chachi!
¿Aprecian ustedes la diferencia? En la Península los equipos de emergencias recomiendan comprar velas y aquí, en cambio, se pone en marcha todo el equipo de seguimiento tomando notas en una mesa. ¡Qué diferencia! Sobre todo porque no hubo apagón. Porque tenían luz. Porque tenían teléfonos e Internet. Y porque los ciudadanos estábamos conectados, sea en el trabajo o en casa.
Me hicieron acordar a los primeros días de la Covid; mientras en China la gente moría como moscas, mientras en el norte de Italia todo era un caos, aquí nuestros expertos nos decían que la situación estaba estrictamente bajo control, que teníamos los protocolos de protección activados, y que nunca sería necesario utilizar masivamente mascarillas.
Aquello me tranquilizaba porque uno sentía que la gente que sí entiende te protege y que esas horribles imágenes de las mascarillas nunca llegarían a Mallorca. Nada como tener protocolos que hayan previsto todo. Era el mismo sentimiento de este lunes cuando leí el mensaje de Emergencias: que un equipo de especialistas te confirme que la luz funciona cuando la luz funciona es tranquilizador. Que te digan que no hay riesgo de Covid cuando aún no ha llegado es fantástico. ¡Qué haríamos sin ellos! Después se presentó la presidenta, da igual cual, y aquello llegó al paroxismo.
Afortunadamente, el apagón no fue aquí, lo que también ayuda lo suyo, y en horas de oficina. Porque las inundaciones de Sant Llorenç, puñeteras ellas, tuvieron lugar a la hora de la cena y no las anunciaron en las radios. Pero, ya ven, cuando las emergencias son en la Península, en horas decentes, y nos funcionan los teléfonos, los técnicos se reúnen para hacer un seguimiento –o sea mirar Twitter–, que es lo que se nos da mejor. Eso lo llevamos muy bien.
No sé por qué, pero todo esto de la dirección de Emergencias reaccionando con esta eficiencia ante un apagón que no ocurrió, me hace acordar a algunos compañeros de mi escuela en los tiempos en que yo era un niño: cuando tenían un accidente que obligaba a los médicos a escayolarles un brazo, se los veía disfrutar. Estaban felices de estar en el foco de la atención. Todos los compañeros firmábamos en el yeso que nos habría hecho ilusión llevar. Y les contaban a todos que tal era eso. Hoy enviarían tuits. Y llamarían a una presidenta.
Pero qué tranquilidad da saber que si aquí no pasa nada, que si no se va la luz, que si los desastres ocurren lejos y, también, en horarios decentes, la reacción es perfecta. No siempre hay que criticar.
1 comentario
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Bueno...... No se me había ocurrido. Excelente como siempre. Pero nadie del gobierno Le responderá. Siguen esperando terminar la legislatura.