Manuel Aguilera
Manuel Aguilera

Periodista y Doctor en historia

Tòfol Pons, un libertario con 7 vidas

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El menorquín Tòfol Pons sobrevivió a todos los huracanes de los años treinta. Y lo hizo desde la atalaya en llamas que era la idea libertaria. Abandonó su acomodada vida de hijo de militar en Ciutadella para sortear la muerte en una infinita batalla perdida. Cayó herido en huelgas, preparó atentados, combatió en las trincheras de Mallorca, Aragón y Cataluña, abatió fascistas, ayudó a los maquis y se jubiló frente al mar. Sus memorias publicadas en 2021 por la editorial Calumnia despliegan tal nivel de detalle que parecen escritas mientras suceden los hechos. Se las recomiendo si quieren viajar en el tiempo.

Cristóbal Pelayo Pons Tortella tenía 29 años cuando comenzó la guerra. Entonces ya era un conocido sindicalista. Se ganaba la vida de zapatero mientras organizaba su verdadero cometido: la revolución social. Se había hecho anarquista en Cuba y durante los últimos años de la República había liderado varias huelgas en Palma. En una de ellas arrojaron varios petardos a la altura de la Banca March de la calle San Miguel y fue herido de bala junto al conocido comunista Josep Riera Ramon, que acabaría fusilado en la guerra.

La providencia y los médicos regalaron a Tòfol una segunda vida que aprovechó para planear atentados contra Francisco Franco y Juan March. El primero se salvó en 1934 por una razón muy mallorquina: Tòfol le esperaba pistola en mano en la calle Palau Reial cuando justo se pararon a saludarle unos conocidos. Tuvo que cancelar la misión.

La guerra le cogió en Barcelona, donde alternaba con la flor y nata del anarquismo: Durruti y Ascaso. El 19 de julio de 1936 era de los que proponía ir a por el todo, es decir, acabar con los partidos republicanos y con cualquier atisbo de autoridad. Sin embargo, la CNT optó por colaborar.

Se apuntó a la expedición para liberar Baleares y apareció en su Ciutadella natal con un fusil ametrallador y una pistola al cinto. Allí encontró a dos de sus primos encerrados por ser propietarios de derechas. Continuó su camino hasta conquistar Ibiza y desembarcó con el capitán Bayo en Mallorca. Sus milicianos tomaron las lomas entre Son Servera y Son Carrió y lograron el mayor avance hacia el interior. Cuenta que prometió tomar Manacor en 24 horas, pero Bayo le daba largas: «Rubio, un avance frontal nos costaría muchas bajas. Es necesario esperar. Ellos se rendirán». Sobre ello, escribe: «Rugía dentro de mí una gran tempestad. Nosotros, que decíamos ‘ni dios ni amo’, teníamos un amo llamado Bayo y un dios llamado Companys».

Tras la derrota en Mallorca, siguió luchando con la columna Roja y Negra anarquista en Aragón. Vivió el huracán de Mayo del 37: la lucha contra los comunistas en Barcelona. Al final de la guerra estuvo a punto de ser fusilado por su propio bando, pero consiguió salir con vida del avispero español.

Trabajó en Francia, sobrevivió a la ocupación nazi y colaboró con la guerrilla libertaria. Tras la muerte de Franco, volvió a Mallorca para vivir en una casita de pescadores en s’Estanyol (Llucmajor). Jamás perdió la sonrisa ni sus ideas de juventud. En 1988 formó parte del    ateneo Estel Negre de Palma. Su última vida    se agotó en 1998, con 91 años de edad. Sus hijas y el mundo libertario le siguen rindiendo tributo.