Evangelizar el turismo

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La primera vez que estuve en California me hospedé en la misión juniperiana de Carmel donde conocí al párroco Mons. Shusda. Nos hicimos amigos y le expuse en aquel entonces mis inquietudes sobre la pastoral del turismo que en aquella época estaba muy en auge.

Al notar mi entusiasmo juvenil por aquella causa me dijo como en broma: «Serás el primer evangelizador del turismo». Lo cierto es que me lo creí y al llegar a Mallorca el obispo Úbeda, que ya hacía un año me había nombrado delegado diocesano de la pastoral del turismo, me dijo: «en Magaluf hay más de veinte salas de fiesta y ninguna iglesia, de modo que ‘posa fil a l’agulla’».

De aquella conversación con mi estimado obispo muy pronto nacieron cuatro iglesias parroquiales en Poniente: Santa Ponça, Magaluf, San Telmo y Son Ferrer, todas ellas, turísticas, estaban iluminadas por las palabras de San Juan Pablo II: «El turismo puede llenar lagunas de humanismo y de espiritualidad por ser medio de encuentro con uno mismo, con los otros y con Dios». Posteriormente, para imitar las nueve misiones de San Junípero, erigimos cinco misiones más, con diferentes características.