España es un país abandonado a su suerte por un trilero cuyo único norte es el de mantener de cualquier forma el poder. Pierdan toda esperanza, nada hará dimitir a Pedro Sánchez, porque no hay razón en el mundo que consiga abatir su gigantesco ego; ni la imputación de su mujer, ni la de su mano derecha y de todo su entorno político de confianza, ni el procesamiento de su hermano por graves delitos de corrupción relacionados con el partido que él encabeza. Na-da.
Tan obcecado está Sánchez en su única misión –salvarse a sí mismo– que a su alrededor se suceden los desastres sin que él siquiera pestañee. Habiendo presumido por sí y por su mandada, Beatriz Corredor, de que nuestro país contaba con el mejor y más seguro mix energético del mundo, y de que jamás de los jamases iba a producirse en España un apagón masivo, el lunes la cruda realidad nos demostró –una vez más– lo que vale la palabra del aún presidente del Gobierno. Hasta los portugueses se quedaron con la copla, mientras el resto de europeos asistían impávidos a la incompetencia gubernamental que padecemos. Nunca en países de la Unión Europea se había dado algo así. Hemos alcanzado las altas cotas de Cuba o Venezuela, algo que satisfará a más de uno. La culpa debe ser de Trump.
Corredor es una de alumnas aventajadas de Sánchez, un descubrimiento de Zapatero que sabe tanto de energía como de vivienda –de ahí el balance de su gestión en ese ámbito–, porque nuestra infausta protagonista de la semana es licenciada en Derecho y registradora de la propiedad, no ingeniera, ni nada que avale que pueda dirigir con conocimiento de causa algo tan crítico como nuestro sistema energético.
Eso sí, hasta un registrador de la propiedad medio envidiaría su retribución actual, porque la presidenta –carnetis causa– de Red Eléctrica de España –el chiringuito responsable del apagón– percibe 546.000 euros al año, más sus correspondientes dietas y gastos. De manera que, como buena sanchista, ya ha advertido que ni un apagón masivo, ni veinticinco, ni siquiera las posibles muertes derivadas del mismo, la removerán de su cargo. Dónde va a ir que le paguen eso por esparcir consignas políticas y decir memeces, vamos anda.
Pero el apagón no solo ha servido para retratar una vez más a Pedro Sánchez y sus adláteres, sino que ha colmado la paciencia de las organizaciones empresariales –incluyendo a la influyente patronal catalana–, que ya han levantado la voz para decir que el plan de desnuclearización es no solo una patochada ideológica del socialcomunismo que nos aboca a la dependencia exterior, sino que es también una insensatez suicida.
Basta ya de tonterías. De quienes viven del pingüe negocio de esparcir mentiras sobre la energía nuclear –las organizaciones supuestamente ecologistas– es normal escuchar toda suerte de disparates. Y ponen de ejemplo Chernóbil, nada menos, que gestionaban precisamente sus amigos socialistas.
Pero de un gobernante –aunque Sánchez no ejerza–, se espera una dosis mínima de apego a la realidad. No es que haya que retrasar el cierre de las nucleares, es que necesitamos veinte más. Por cierto, las mismas que tenemos a pocos kilómetros, en el sur de Francia, país que jamás sucumbió a la tentación antinuclear. Hasta los verdes alemanes han claudicado.
1 comentario
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España es un país abandonado, es cierto, pero por todos los partidos a los que nada importa el país más que mantenerse en el machito y sobrevivir como castas parasitarias. No tienen remedio. En sus manos, la democracia se convierte en partitocracia y luego en oclocracia. Es inevitable y en esto coinciden desde liberales clásicos hasta la filosofía griega. La democracia es la coartada perfecta para que las elites extractivas capitaneadas por los partidos políticos y la alta burocracia justifiquen todos sus errores en el pueblo que les ha votado. La mejor excusa de su irresponsabilidad, derivándola al pastueño pueblo español que asiente... mientras hace memes.