Me convocaron a una cena en una possessió de fora vila. En la mesa, dispuesta en un jardín rodeado por un pequeño encinar, nos sentamos empresarios y periodistas, todos con el marchamo del largo trecho recorrido por el sendero de nuestras respectivas existencias. Destacaba la presencia de un importante comunicador y escritor llegado de la Meseta para pulsar el momento político-mediático mallorquín.
Se nos coló un veterano político forà, tan experimentado en cuestiones de la res pública que se dice de él que conoce dónde se acuesta cada noche el diablo y con quién. Los árboles y las palmeras autóctonas surgían como espectros, iluminados con discreción y pericia por los focos del jardín. Surgió el pasado, otra sombra fantasmagórica en la plácida quietud de la noche.
–¿Sabéis que Rubalcaba, en el ya lejano 2007, engañó a M. A. Munar? Le prometió que si con sus tres votos parlamentarios, propiciaba una mayoría de izquierdas, todas sus cuitas con la Justicia, que ya afloraban, pasarían al ‘modo olvido’. No cumplió con su palabra, claro, y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Ya trasladados al presente, salió el tema de los okupas. El periodista de allende los mares enfocó el asunto desde una perspectiva filosófica: «La propiedad privada es el gran garante de la libertad de las personas y, por lo tanto, de la democracia. Por eso, los comunistas alientan la okupación, para minar los fundamentos del sistema, de nuestro modo de vivir y convivir».
Intervino ahí el político resabiado, enlazando la cuestión con la de masificación y el agobio turístico. Dijo que una política de mano dura contra los okupas y las mafias que los sostienen –en Francia, los desalojan en dos días– provocaría un alivio inmediato de la sensación agobiante que algunos dicen padecer. «Debemos ser la única sociedad del mundo que quiere expulsar a los que pagan –turistas– para alojar a los que no aportan un euro. El primer ‘turista’ que molesta es, evidentemente, el okupa».
El río coloquial que nos llevaba a través de la velada discurrió de nuevo por los páramos de la vieja memoria. Unos y otros recordamos nuestras experiencias con los socialistas obreros y españoles del lugar. «Desde Felix Pons, pese a desproporcionadas ceremonias recientes, no hemos tenido un solo personaje de relevancia en el socialismo balear.» Me quedé con las palabras de la anfitriona: «No quiero jugar ningún rol político, no me fío».
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