Vuelvo, querido lector, a esta rutina que ya va para los quince años llamada Calaportal. Bendita rutina. Para quienes estamos intoxicados por el poderoso veneno del teclado, parar durante seis semanas constituye un verdadero suplicio. No lo voy a negar, tenía una escriguera loca. Como diría mumareta, al Cel sia, estaba «com un ferrer sense carbó».
Lo cortés no quita lo valiente, y obviamente no les negaré que para un servidor ha sido un auténtico privilegio encabezar interinamente un ente público de comunicación tan importante como IB3, del que únicamente puedo hablar bien, y muy especialmente de su sobresaliente factor humano. Para quien inició su andar profesional como plumilla –si bien con 35 años ininterrumpidos ejerciendo la abogacía–, esta oportunidad ha sido un inmerecido premio a mi vieja y nunca abandonada vocación periodística, y como tal lo he disfrutado. Debo agradecerlo a quienes lo han hecho posible.
Pero bueno, no he regresado para hablar de mí, sino para destriparles la compleja realidad que nos envuelve.
De la actualidad política de nuestras Islas, me quedo en primer lugar con las novedades en Palma. Martínez está demostrando día a día que no ha venido a apoltronarse en la alcaldía o a hacerse selfies y vivir de proclamas doctrinales, sino a gestionar. Ha hecho ya más en un año y medio que sus predecesores en dos legislaturas. Y no lo está teniendo fácil, vive Dios.
El proyecto de la Plaça Major o el futuro del edificio de GESA son, como todo, cuestiones opinables. Pero de la extrema indolencia de Hila, Jarabo y cía. hemos pasado, al menos, a concretar propuestas y a terminar lo que se anuncia. Y se notan también mejoras en áreas esenciales como la Policía Local o el transporte público.
Se le resiste, sin embargo, la agilidad en la tramitación de las licencias urbanísticas, que sigue constituyendo un calvario para el ciudadano que los políticos al cargo no logran desatascar. Las leyes de simplificación administrativa de poco sirven si chocan con técnicos dispuestos a embarrar los procedimientos y no se percibe una voluntad decidida de ponerlos en su sitio. O se cambia radicalmente de filosofía, o este puede ser el gran baldón de este curso.
Sin dejar Cort, me sorprende el marchamo autoritario que el PSIB está imponiendo en la elección de candidatos. Iago Negueruela ha sido digitado pasando por encima de los órganos de su partido en Palma. La revuelta de los preteridos no llegará a nada porque, rememorando a Alfonso Guerra, el que se mueve no sale en la foto y Armengol ha aprendido mucho de Sánchez en este terreno. Las primarias son cosa del pasado, ahora ya no se disimula que lo importante es ser afecto al jefe, i prou.
El problema con Negueruela es que, a diferencia de lo que ocurría con Hila, cae mal a la gente, comenzando por muchos de sus compañeros de partido y por casi todos sus socios de la izquierda. Con su permanente rictus de indigestión por haber comido percebes en mal estado, el gallego conecta muy poco con nuestro carácter y solo puede fiar su destino político a que la marca sanchista le arrastre votos.
Negueruela es, pues, el segundo mejor candidato del PP a Cort, de manera que me malicio que las intenciones de la inquera no han sido precisamente las de premiarle.
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