Yo también

TW
0

El otro día conseguí yo también un vuelo de ida y vuelta a la península por veinte euros. Me dirán ustedes que qué les importa. Pues exactamente lo mismo que me importa a mí cuando son ustedes los que se ponen a contarme lo de alguno de sus estúpidos viajes, que también lo hacen. Alardear de haber volado a tal o cual sitio por cuatro perras es una de las cosas que a todos nos pone más y que más irritantes resultan para quien tiene la desgracia de escucharnos.

Es hora de reconocerlo. No nos gusta viajar. Lo que nos gusta es viajar barato. Aunque eso suponga visitar lugares que nunca se nos hubiera pasado por la cabeza la necesidad de conocer y aunque eso suponga también tener que gastarnos el doble de lo ahorrado en el billete en taxis para ir al aeropuerto a las cinco de la mañana (y suerte si no tenemos que desayunar en el mismo bar del aeropuerto: en ese caso nos habría salido más a cuenta coger el vuelo de las tres de la tarde a Nueva York). Eso sí, luego igual vamos a cenar a restaurantes caros, buscamos los mejores asientos en los espectáculos y pagamos sin rechistar la entrada a museos que nunca habríamos pisado si estuvieran en nuestra ciudad. Eso no disminuye un ápice la íntima sensación de que le hemos doblado el brazo al sistema.

Veinte euros, ya les digo. Y con dos piezas de equipaje de mano, además.