Imprescindible reflexión de la profesora de la Facultad de Derecho de la UIB, Margalida Capellà, acerca de la insuficiente preparación de las nuevas generaciones de estudiantes de leyes. Las dificultades para la comprensión y el razonamiento estructurado son hoy en día endémicas, lo que para un jurista resulta dramático.
Los jóvenes dominan herramientas digitales esencialmente intuitivas, especialmente las que suponen una retribución inmediata en términos de ocio y divertimento. Pero, al mismo tiempo, presentan unas carencias gravísimas de lo que en su día denominábamos ‘cultura general’, es decir, el acervo de saberes del que cualquier persona instruida de las precedentes generaciones podía, sin necesidad de estudios superiores, dar muestra.
Muchos alumnos no han visto un mapa político en su vida y son incapaces de situar correctamente provincias españolas o países de nuestro entorno, y operaciones matemáticas simples y útiles para la vida diaria se ignoran por completo. A ello contribuye que la promoción de curso es un regalo que se da incluso con asignaturas suspendidas.
El paisaje es desolador. Y si la profesora Capellà se lamenta de los alumnos de Derecho, otro tanto podrían hacer muchos colegas del ramo universitario de la Educación y el Magisterio. Sencillamente, resulta inadmisible que promocionen futuros profesores que cometan faltas de ortografía o que confiesen sin ruborizarse que no leen habitualmente porque no les gusta.
Todo ello, consecuencia de la indecente rebaja del nivel de exigencia escolar con la falsa excusa de la integración de los menos dotados. Estamos condenando a los más talentosos al fracaso si no son capaces de autogestionar su aprendizaje. En el mejor de los casos, serán una exigua minoría reflejo de su entorno familiar. En el caso de los docentes, estas incomprensibles fallas formativas garantizan el efecto bola de nieve sobre toda la sociedad.
A lomos de un bollit d’ossos, que no es mala montura, se reunieron la pasada semana en una localidad del Pla representantes de una docena de partidos independientes de distintos municipios de Mallorca, muchos de ellos gobernantes. Haciendo números, entre todos sumarían bastantes más votos que algunas formaciones de ámbito autonómico.
La pretensión, según me contaron, era la de dar el sus a una operación política consistente en articularse para, en futuros comicios, poder presentar candidaturas propias a Consell y Parlament; solos o, si se tercia, mediante acuerdos con otras formaciones del espectro centrista, algo que no ponen como condición a su voluntad decidida de coaligarse.
Hilando cabos, y visto el fracaso estrepitoso que han tenido hasta la fecha las operaciones articuladas en sentido inverso –es decir, desde esas formaciones autonómicas para integrar partidos independientes–, lo cierto es que la iniciativa es novedosa y su repercusión una incógnita.
Puedo vislumbrar que, si se materializa este acuerdo entre independientes, el PI y lo que pudiera surgir de una eventual UM renacida tratarán por pura supervivencia de conformar un taburete político de tres patas. Es incluso posible que el PP de Marga Prohens prefiera disponer de alternativas a la hora de conformar futuros pactos de legislatura y no vea mal esta operación.
1 comentario
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Sería una gran alternativa política a lo que hay, en donde todos los mallorquines estarían representados.