Anticiparse a la jugada

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Las previsiones, a fin de anticiparse a la jugada, son la ciencia del presente. La propia ciencia se basa en su capacidad para predecir cosas. Pero no como el periodismo, sino con ecuaciones. Y ni siquiera en tiempos bíblicos, cargados de profecías y augurios, o cuando durante largos siglos nos gobernaban oráculos y hechiceros visionarios que susurraban al oído de los caudillos, había contado la humanidad con tal cantidad de previsiones. Climáticas, económicas, de crecimiento, políticas (las innumerables encuestas y sondeos), bursátiles, demográficas, científicas por supuesto, urbanísticas y hasta de emergencias.

De todo, en fin, porque todo está previsto incluyendo imprevistos. Lo cual, aunque este dato no se menciona en los estudios de futurología, nos obliga a vivir inmersos en una espesa sopa de predicciones, con varias semanas, meses o años de anticipación.

La actualidad de cada día todavía no ha llegado (está al caer), y a menudo del presente ya nos hemos olvidado. Esta costumbre de anticiparse a la jugada y vivir de antemano, si por un lado nos vuelve muy recelosos (recelosos del porvenir), por otro genera fuertes distorsiones temporales, así como cierta tendencia a profetizar lo que ya está pasando, con la confusión entre la cosa y el augurio de la cosa. O viceversa, naturalmente.

Como cuando anticipamos que alguien intentará jodernos, porque nos está jodiendo. Y claro, ya no son horas de tomar precauciones. Demasiado tarde, ese cabrón nos ha jodido. ¿Y esta paradoja es posible en plena apoteosis de predicciones? Desde luego, es el pan nuestro de cada día. A fuerza de vivir el día de mañana, que es el de hoy, sabemos lo que pasará y no lo que pasa. Con el lógico desajuste cognitivo que nadie había previsto.

Las instituciones competentes revisan entonces sus previsiones, décimas arriba décima abajo, y los mercados bursátiles descuentan anticipadamente los efectos de tal o cual medida, con lo que si bien todas las partes se han anticipado a la jugada, la jugada ya ocurrió hace tiempo y el resultado no hay quién lo cambie. Menudo lío cronológico. Ni yo entiendo muy bien lo que estoy diciendo, porque al no estar prediciendo nada, todo suena rarísimo.