El don de la convivencia

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La convivencia es un aspecto de la sociedad en la que se vive y considero que es fruto de una experiencia humana, con ciertas ideas que le dan consistencia, sentido y valor social. La convivencia adquiere el don de sabiduría cuando la utilizamos en favor y dedicación fervorosa a mejorar el entorno en el que nos movemos y desarrollamos nuestras actividades.

Para una buena convivencia se precisa una buena voluntad de nuestra sensibilidad humanística. Hemos de ser artesanos de los auténticos valores que podamos transmitir a otros adoptando modos y medidas adecuadas que nos permitan estar más cercanos y participes en la sociedad en la que desarrollamos nuestras actividades y procurar disipar y eliminar estas nubes de desconfianza que nos separan sin motivaciones de auténticas verdades.

A mi parecer, una buena convivencia puede darse cuando conociendo las sensibilidades humanas, ajenas a nuestros pareceres y sentimientos morales, sociales y espirituales, sabemos ser tolerantes con las limitaciones de quienes tratamos en nuestras relaciones. Se han hecho e introducido vocabularios con pretensiones éticas para reforzar ideas y argumentos para imponer autosatisfacciones, valorando con frecuencia, de manera insensible, la eficacia por encima de la comprensión.

Es preciso renovar unos tipos de conversación diferentes. Es necesario recuperar la confianza en nuestros propios principios. Todos somos beneficiarios de los que nos han precedido. Todos necesitamos salir de nuestros individualismos y aprender a saber convivir con os demás, dejando de lado los egocentrismos.

En mucho tiempo se dan muchas convivencias engañosas. Hay personas que conviven en común muy interesadas, no sólo por el bien sencillo y ordinario, sino también con actividad de interés más allá de sus propias convicciones personales, impidiendo así una convivencia incompatible con el funcionamiento de una buena sociedad incompatible y controvertida con situaciones y aspectos incómodos para desarrollar una vida de convivencia.

Las asociaciones cerradas siempre serán personas incapaces de llevar una buena convivencia entre ellas y constituyen a veces amenazas de libertades ajenas. Un gran reto al que nos enfrentamos consiste en comprender a los demás. En algunas ocasiones he llegado a pensar que con frecuencia es un esfuerzo olvidado, o que no tengo presente. Considero que es un gran error ser desconsiderado no sólo con los que me rodean, convivo y trato, provocando algo así como una situación de misión imposible, postura que también puede incomodar, a veces también resulta difícil entendernos a nosotros mismos. Un auténtico caos que desafía de manera agresiva la convivencia en sus niveles, tanto personales como sociales, y que nos impide conseguir objetivos comunes y pueden afectar la capacidad afectiva. Por lo tanto, es de aconsejar que sepamos controlar y adaptar nuestro propio modo de comportamiento con aquellos que podamos tener situaciones de desafíos que dificulten la convivencia y no alteren conciencias ajenas a la nuestra, ya que se nos impone un respeto ante pareceres y conceptos diferentes evitando así riesgos de agresividad.

Para una buena convivencia debe darse una cohesión y una objetiva integración social o al menos grupal en el ambiente en el que desarrollamos nuestras actividades, con serena capacidad de saber escuchar en los diferentes momentos y situaciones. La búsqueda de valores es una realidad para la mente humana. No podemos restringir las tendencias de convivencias humanas. Necesitamos una educación temática.

Nos faltan cimientos para mantener un diálogo más ampliado, con lenguajes más concordantes. Las personas necesitan una convivencia más humana que la que proporcionan animalitos domésticos. Hay que encontrar espacios de encuentro con cargas de humanismo y sensibilidad y administrar con admirable calado a los que piensan ideas diferentes a las nuestras.

En nuestros días hay personas y grupos que se formulan preguntas como: ¿Qué o quiénes nos impiden concebir una forma distinta en organizarnos que nos beneficie mutuamente? ¿Nos vemos obligados a dar bandazos en una sociedad disfuncional y caprichos de mandatarios y capitalistas?

Con frecuencia, nos encontramos limitados en unas situaciones discursivas y no llegamos a saber como expresar ideas convincentes, de manera especial cuando tratamos grupos o personalidades conservadoras inteligentes. Creo que deberíamos tener sentimientos de reconciliación con todo y todos los cercanos a nosotros y así seríamos merecedores del noble don de la buena convivencia… quizá nos sentiríamos más autojustificados en nuestras nobles ambiciones.

Felices y bienaventurados aquellos que saben transferir cariño y responsabilidad y saben comunicar el bien a través de la buena convivencia.