No puede pasar desapercibida la decisión de la portavoz del grupo socialista en el Consell y expresidenta de la institución, Catalina Cladera, que ha anunciado su renuncia a la secretaría general del PSIB-Mallorca. La cuestión es que se incorporará al equipo de Francina Armengol para preparar la futuras elecciones autonómicas, un elemento más que avala la estrategia de Pedro Sánchez para recuperar el territorio perdido en los pasados comicios. A la vista está que el PSOE quiere poner toda la carne en el asador, y en este condumio no faltan ministros/as y la presidenta del Congreso.
Da la impresión de que Sánchez plantea los próximos comicios autonómicos y municipales como un todo o nada, una especie de reválida definitiva del Gobierno; la catapulta imprescindible para garantizar cuatro años más en La Moncloa a la coalición; como sea. En el caso de Balears parece claro que la batalla volverá a ser entre Marga Prohens y Francina Armengol, aunque todavía hay quienes no lo ven tan claro. Cierto es que faltan más de dos años, tiempo en el que puede ocurrir de todo, pero a la vista de los acontecimientos todo indica que ellas serán las principales y únicas protagonistas del enfrentamiento electoral.
La influencia de la política nacional es muy importante en Balears, pero ello no debe ocultar que más allá de lo que hagan los dirigentes estatales también hay cierto margen de maniobra local; y en ese terreno tanto Prohens como Armengol tienen opciones. Para empezar, los avances de Vox en las encuestas puede que no tengan su reflejo en las urnas a tenor del auténtico caos en el que se encuentra sumida la formación de Santiago Abascal en las Islas. Un partido con sus dirigentes a la greña es complicado que tenga gancho. En una situación parecida está la líder socialista, en especial en lo que se refiere a Sumar i/o Podemos. La oferta de Yolanda Díaz o de Irene Montero es, por el momento, irrelevante en la escena política balear. Més en Mallorca o Menorca son opciones ya testadas y con un margen muy limitado de crecimiento. Por poco que juegue bien sus cartas, Francina Armengol puede crecer, lo cual no significa que asegure el regreso al Consolat de la Mar.
La vergüenza nacional
Permitir que un terrorista condenado a 42 años de cárcel por su participación en los atentados de las Ramblas de Barcelona en 2017, Mohamed Houli, acceda al Congreso para propagar delirantes teorías sobre la implicación del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en aquella matanza es una buena prueba de hasta dónde es capaz de llegar Sánchez para asegurarse los votos de las siete marionetas de Carles Puigdemont y Junts. Una auténtica vergüenza para el PSOE y una ofensa para las víctimas de aquellos atentados. El sometimiento exige a las instituciones españolas el prófugo de Waterloo provoca arcadas. Pero tampoco hay que rasgarse las vestiduras, deberíamos estar acostumbrados. En el parlamento vasco han sido, y son, constantes las afrentas a las víctimas de ETA poniendo a sus representantes, como fue el caso de Josu Ternera, en la comisión de derechos humanos de la cámara vasca. Supongo que, como hasta ahora, la amnesia juega a favor de los impresentables.
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