Inca honra al comandante Ferrer Madariaga

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Este sábado, día 22, tendrá lugar un acto de dignidad y reparación en Inca en honor del comandante Pablo Ferrer Madariaga, fusilado en Melilla por los franquistas el 3 de diciembre de 1936. Fue un cobarde acto de rabia porque este militar de carrera se opuso al golpe de Estado contra la República. Será colocada una piedra Stolperstein frente al edificio del antiguo cuartel General Luque, igual a tantas otras que bendicen en infinidad de ciudades europeas la imperecedera memoria de los defensores de la libertad.

Pablo Ferrer pertenecía a una familia destacada. Su padre, y también militar, Pere Ferrer Alcina, fue alcalde liberal de Inca. Su madre, Severa de Madariaga, docente y mujer adelantada a su tiempo, lucho por elevar el nivel formativo de las mujeres (en aquel tiempo ínfimo) y por la igualdad entre sexos. Hoy, una calle de Inca lleva su nombre. Es hija ilustre de la ciudad.

Cuando el 17 de julio de 1936 el grueso de la guarnición de Melilla se rebeló contra la República, el general Romerales (también fusilado) al frente de las tropas, se negó a secundarla, igual que Ferrer Madariaga, que se mantuvo leal a la ley. Melilla era clave. Permitía controlar el Protectorado de Marruecos. Franco lo sabía y no aterrizó procedente de Canarias hasta que tuvo controlada la situación. Después montó el puente aéreo que permitió trasladar a la Península a miles de legionarios y regulares marroquíes gracias a los veinte aviones de transporte enviados por Hitler y Mussolini. Sin Melilla en su poder, el desarrollo de la guerra habría sido distinto. Franco se habría quedado clavado en África.

Al homenaje del sábado asistirá una persona de 96 años que conoció al comandante Ferrer. Es su ahijada Severa, a su vez madre de Margalida Rosselló Pons, exconsellera de Medi Ambient por Els Verds en el Govern Antich. La memoria y el presente se abrazarán en honor de quien no se arrodilló ante el fascismo.