La oligarquía aniquila la política

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Los cambios trascendentales de la geopolítica y la nueva configuración del mapa del poder, amén de la aparición del nuevo imperio chino y la lenta pero inexorable caída del norteamericano, conllevan borrascas y turbulencias que nos afectarán.

Como todos los ciclos vitales, las democracias crecen, envejecen y ahora están en peligro de extinción por lo que deben ser analizadas. Los hijos del sesenta y ocho vivimos la caída del Muro de Berlín y el fin de las dictaduras que en aquel momento dominaban Europa. Ahora estamos tristes con lo que vemos y aún peor con lo que intuimos. Rusia es una farsa de democracia, es en realidad una oligarquía. EEUU, ahora con el poder de los grandes magnates, también lo es. China lo es con la pantomima de la dictadura del proletariado. Los países emergentes están en el mismo carril. Los países árabes están políticamente en la Edad Media, aunque se disfracen de modernistas con sus petrodólares. Europa llevaba con las luces de emergencia avisando hacía tiempo de que vivimos de espaldas a la realidad, con aires de una grandeza que me recuerda la aristocracia mallorquina que perdía las possessions mientras se gastaban los pagarés de la deuda en vestir de largo a sus hijas en el Círculo Mallorquín.

El mundo es un juego de Monopoly en una mesa con psicópatas que se reparten el poder en función de sus deseos y delirios. Mientras acontece esta realidad, nuestros políticos se insultan y manosean con mal gusto la política. A los oligarcas no les importa nada o niegan por su indigencia cultural el cambio climático. La justicia social no entra en su argot. Solo dinero y poder. La pregunta es qué hacer. ¿Jugar al ridículo como pretende Sánchez o su bufón, el ministro de exteriores? No. Hay que ser inteligente y posicionarse en el lugar que garantice nuestra dignidad. Hace tiempo que opiné en un artículo que la apuesta era Eurasia. Se siguió con la costumbre del servilismo a los americanos. La broma en dinero y consecuencias de meternos en la guerra de Ucrania nos la hubiéramos podido ahorrar si hubiéramos sido más inteligentes. Ahora nos quieren aumentar la cuota de la OTAN. Igual si continua y la maneja Trump, nos cuesta ir a pegar tiros y ver morir a nuestros hijos en sus delirios de Groenlandia o Taiwán.

Debemos reflexionar, redimensionar nuestra escasa influencia y apostar por cambios substantivos en inversiones. No hemos apostado por la inteligencia artificial y mandaremos nuestros datos para ser esclavos de sus algoritmos. Nuestra inversión no puede ser una industria productiva porque no somos competitivos, pero sí podemos invertir en investigación. Con las oligarquías, la política no funciona, hay que ser pragmáticos. Neutrales. Hagamos alta política en Europa y negociemos con ellos.