Cita de ultras

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Los dirigentes de la extrema derecha europea, los mismos que van ganando cotas de poder en sus países y en el Parlamento de Estrasburgo, se han dado cita en Madrid, invitados por Abascal. El dirigente de Vox, que ha recibido con efusivos abrazos al «mejor amigo de Trump en Europa», el ultra Viktor Orban, primer ministro de Hungría, a Marine Le Pen y al italiano Salvini, consigue así hacer pasar a segundo plano la crisis interna de su partido. Sus ‘ilustres invitados’ tienen también vergonzosos incidentes que intentan pasar al olvido o incluso de los que se sienten orgullosos.

Orban está obligando a su país a pagar un multa diaria de un millón por infringir las normas comunitarias de asilo. Le Pen sigue a la espera de la sentencia sobre las acusaciones de corrupción que le impedirían presentarse a la presidencia de Francia y, qué decir de Salvini, quien, siendo ministro de Interior en Italia, prohibió el desembarco de una nave con ciento cuarenta y siete migrantes, con veintisiete niños a bordo. Estos son los invitados de Abascal que el viernes a la noche salieron a tomar vinos por Madrid para celebrar su cumbre y su pretensión de «reconquistar» Europa y hacerla, como Trump con Estados Unidos, grande. Para ello, pretenden luchar contra la inmigración, los menas y las «mentiras del cambio climático». Pero, sobre todo, la cita con estos personajes sirve de consuelo a Abascal de su frustración en Washington.

Tras ser el único político español invitado a la toma de posesión de Trump, no consiguió ni acercarse a él ni lograr la foto del apretón de manos. Resulta chocante y vanidoso pensar que aspirara a tener un papel más relevante cuanto que Trump piensa que España es un país de los BRICS. Mientras, sus antiguos compañeros de partido, Macarena Olona, Rocío Monasterio, Iván Espinosa o Juan García–Gallardo y varios más, hablan de actitudes dictatoriales de la dirección del partido y de los pocos leales que todavía rodean a Abascal.