Diego Víu
Diego Víu

Dirección General de Economía Circular, Transición Energética y Cambio Climático

Plan de transición energética: Receta para evitar el desastre

TW
0

El plan de transición energética está hoy a la orden del día. En boca de expertos, interesados y ajenos parece ser tendencia habitual y extendido por todos el conocimiento de la receta del éxito. Al parecer, doctores tiene la iglesia, todos ellos cuentan con apreciaciones sobre lo que debería contener, lo que se deja en el tintero, los olvidos intencionados (o no) y el pasado acerca del mismo.

Al contrario que muchos, y permitiéndome la licencia desde la más absoluta humildad, podría enumerar hoy aquí para el lector la receta contraria a la que parece ser prescrita por aquellos doctores, siendo sustituida por una surgida de la experiencia. Creo que es interesante, al estilo de Molly Burford, hallar ese punto de encuentro y convergencia recitando cual es la receta para hacer fracasar un plan. Por aquello de esquivar los puntos que se conocen fatales. La receta para un desastre.

Si usted quiere hacer fracasar un plan lo primero que debe hacer es no publicarlo. Ser honesto, transparente y valiente en publicar su contenido podría perjudicarle en su intento de dejárselo por el camino. Compartirlo con comités de expertos, sociedad civil y órganos colegiados son sinónimos de posibles diferencias, antónimos de la participación y por supuesto, le abre la puerta a no ser aceptado por decreto. Por tanto, si usted tiene un plan mejor no lo comparta. Puede recibir opiniones a cambio. El cajón debería ser su destino predilecto.

Si no es capaz de obviar el punto anterior, resulta imperativo hacer el plan ambiguo y poco cualitativo. Debería usted mezclar diferentes sectores sin motivar las sinergias, el origen de sus hipótesis o el resultado que espera conseguir. Es mejor ocultar la motivación de unas medidas que más tienen de partidistas o de propaganda para no ser descubierto. Podría llegar a invalidárselas.

En tercer lugar, y como piedra angular, debería evitar por todos los medios poder medir el avance de sus resultados. Disponer de objetivos definidos, medibles y con un sistema de seguimiento podría evidenciar, año tras año, las posibles carencias o desvíos de su plan perfectamente concebido. ¿Acaso alguien querría salirse de su línea perfectamente trazada? Apartarse del acto de fe de alcanzar la meta establecida años atrás motivaría sin duda algunas dudas, trabajo adicional y una crítica honesta hacia lo que uno está haciendo. Mal negocio.

Y por último, pero no menos importante, debería evitar disponer de toda ambición en la ideación de su planificación. Debe dejar usted de lado la legitimidad de su posición para buscar lo mejor de todos los baleares y evitar incomodar a cualquiera. Debería desalinearse de las mejores prácticas, de los mayores propósitos y por supuesto, centrarse en pasar desapercibido para no ser interpelado o rendir cuentas.

Pues bien, todo lo anteriormente citado es lo que no hace ni hará el Govern de Marga Prohens. Nuestro Plan de Transición Energética, lejos de ser perfecto, es un ejercicio de transparencia que aspira a ser auditado por todos y percibido como la herramienta tractora que realmente debe ser.
Será medido y las veces que haga falta para poder alcanzar unos objetivos ambiciosos pero beneficiosos para todos los ciudadanos. Estará basado en políticas realistas, alcanzables, cuantificables y con un impacto tangible para las Illes Balears y todo ello estará al alcance de cualquiera que demuestre interés por ello.

Porque estamos absolutamente decididos a sentar las bases de la hoja de ruta en materia energética de los próximos años. Sabiendo perfectamente qué es lo que no debe hacerse, el que suscribe esta Tribuna se siente orgulloso de haber humildemente esquivado todos los ingredientes de la receta anterior. Citando esta vez a Ben Franklin, «bien hecho es mejor que bien dicho».
Porque nuestro futuro, al igual que el plan, será contrario a esta receta para el desastre o no será.