Manuel Aguilera
Manuel Aguilera

Periodista y Doctor en historia

El abandono del padre Josep Ferragut Sbert

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La complicidad de familiares en crímenes es una de las mayores miserias de la guerra: primos contra primos, hermanos contra hermanos. Uno de estos episodios tuvo lugar en la Barcelona republicana entre dos mallorquines, primos de sangre que cayeron en bandos diferentes: Josep Ferragut Sbert, sacerdote jesuita, y Antoni Maria Sbert Massanet, fundador de ERC y conseller de Cultura de la Generalitat. El primero fue detenido solo por su condición de religioso y el segundo se negó a mover un dedo por él. Sabía que lo iban a matar, pero lo abandonó dramáticamente.

Su historia aparece en el libro Jesuïtes mallorquins víctimes de la Guerra Civil, del sacerdote Nicolau Pons Llinàs. Josep Ferran Ferragut nació en 1889 en la calle de la Rosa de Palma, junto a la plaza Weyler, en una familia católica acomodada. Fue el menor de 18 hermanos, cuatro de los cuales ingresaron en la Iglesia. Él estudió en el Institut Ramon Llull y después Humanidades y Filosofía en Granada, lo que le permitió ejercer de profesor en varios colegios catalanes. Sus compañeros decían que era humilde, observador y, a la vez, alegre y de animada conversación.

El inicio de la guerra le cogió con 47 años dando clases en una academia en Barcelona. Las primeras semanas las pasó escondido en varias casas. Salir a la calle era jugarse la vida: los curas eran cazados como conejos. Pons afirma que asumía su fatal destino con serenidad y valor: «Yo creo que también moriré y lo haré diciendo: muero por Jesucristo», explicaba. Con el tiempo fue acogido por una familia peruana y se atrevió a celebrar misas clandestinas. Una noche, tras una de ellas, aparecieron los milicianos en su casa y se lo llevaron detenido. Él insistía en que solo era «maestro» y le contestaron: «Ya sabemos qué clase de maestro eres».

Dos sobrinos corrieron a pedir ayuda a su primo Sbert, alto cargo de ERC y amigo de Companys, y la respuesta fue fría y cínica: «Como a la inversa, si entrasen las tropas de Franco en Barcelona, lo primero que harían sería cortarme la cabeza. Mi primo es una buena persona, sin duda, pero como jesuita no puedo hacer nada por él». Otro conseller, Ventura Gassol, comentó: «Es una canallada, pero no podemos hacer nada. Somos esclavos de gente incontrolada».

El padre Josep Ferragut desapareció el 21 de septiembre de 1936. Nadie sabe qué hicieron con él. Su cuerpo todavía no ha aparecido. Su nombre está en la lista que elaboró la dictadura de 6.832 religiosos asesinados durante la guerra. Entre ellos hay más de 80 baleares.

Ventura Gassol tuvo que exiliarse poco después por intentar salvar a un cardenal. El conseller Sbert aguantó hasta el final de la guerra y murió en México en 1980. Los sobrinos del padre Ferragut nunca le perdonaron que abandonara a su primo. Él alegó que sí ayudó a sus primas monjas, pero que a él no pudo porque seguía con sus actividades religiosas clandestinas. Un retrato del sacerdote desaparecido preside todavía el salón de la finca familiar. En un cajón también guardan cartas y un pedazo de su sotana. Uno de sus sobrinos fue el prestigioso arquitecto José Ferragut Pou, autor del edificio de GESA asesinado en extrañas circunstancias en 1968.

El padre Ferragut no ha sido canonizado ni beatificado. Tampoco tiene una calle, placa ni nada que le recuerde en Palma.