Javier Jiménez
Javier Jiménez

Subdirector de Ultima Hora

Camas calientes

TW
0

Podría pasar, el titular, por una película erótica ochentera, pero en realidad nos referimos al calentón inmobiliario, que en Mallorca te deja frío. O helado. Como cuando pasas frente a uno de esos escaparates de inmobiliarias pijas de Palma, que han surgido cuales setas en la montaña, y que anuncian, con fotos a todo color, chalets hortera, con piscinas infinity, por el módico precio de cinco millones de euros. Que para un mallorquín normal equivale a pagar la hipoteca durante quinientos años. Y eso con un poco de suerte. Los alemanes, en cambio, se detienen golosos ante aquellos carteles, y abren los ojos como platos, mientras su cerebro sólo ve una operación tentadora, una oportunidad de colonizar un poco más esta Isla ya germanizada. Pero tampoco hay que ser tan pesimista: a los sufridos isleños siempre nos queda pasar de largo de esas inmobiliarias pecaminosas y pararnos ante una de esas churrerías de invierno, que antes de verla la detectas por el olor. «Cuatro churros de chocolate, por favor». «Serán 40 euros». «Pero si soy mallorquín». «Haberlo dicho antes, caballero». Desanimados, continuamos nuestro paseo por la Palma del lujo y la opulencia, esa de ver pero no tocar, hasta que nos topamos con un viejo amigo del colegio: «La pobre Encarnita ha tenido que alquilar una cama compartida, porque no le da para una individual». Mi amigo tiene más: «Pero el tipo que le ha tocado de vecino de cama es un expresidiario violador en serie». «¿Y se ha quejado al casero?», le preguntó, inocente. «Claro. Y le ha dicho: ‘Señora, por Dios, qué fina se ha vuelto la gente’».