El 27 de enero tuvo lugar la presentación del libro publicado por el Movimiento Europeo Eugenio Nasarre, un compromiso decidido por el proyecto europeo a la que asistí. Se trataba de un homenaje de amigos y compañeros para honrar la memoria de un hombre que fue clave en la transición de nuestro país a la democracia y que desde su puesto actual de vicepresidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo (CFEME) y anterior presidente, contribuyó enormemente al debate y a la construcción del proyecto europeo.
El homenaje tuvo lugar en el Congreso, donde Eugenio Nasarre había sido diputado por el PP durante 16 años. Allí coincidimos entre el 2000 y el 2004, siendo él presidente de la Comisión de Educación y yo diputada del PSOE, y le recuerdo como una persona cercana, abierta, dialogante, que sabia escuchar, buscando siempre el consenso y el acuerdo.
En el acto, Enrique Barón antiguo presidente del Parlamento Europeo y del Movimiento Europeo Internacional; Manuel Medina, diputado en el Parlamento Europeo durante 20 años y actual presidente del Consejo Canario del Movimiento Europeo, y Patxi Aldecoa, catedrático emérito de la Universidad Complutense y actual presidente del CFEME, elogiaron sus cualidades, su compromiso con la democracia y con Europa y pusieron de relieve sus convicciones cristianas que le llevaron a militar en Izquierda Democrática, el partido democratacristiano que lideraba Joaquín Ruiz-Giménez y que en 1977 se integró en la UCD. Destacaron también la común experiencia en la revista Cuadernos para el Diálogo, su trabajo en educación y liderando el Movimiento Europeo en nuestro país.
Escuchándoles, recordé que hace unas semanas cayó en mis manos un interesante estudio de un grupo de investigadores liderados por los psicólogos alemanes Paul Baltes y Ursula Staudinger intentando contestar a la pregunta: ¿qué es lo que distingue a las personas sabias? Concluían que no les distingue ni la edad ni la inteligencia, sino cualidades como la moderación, el sentido común, la prudencia, la humildad, la tolerancia y el pensamiento integrador. Que son personas que huyen de prejuicios y certezas, que observan el mundo en tonos grises, no en blanco y negro, abiertas a la crítica, que no creen en un mundo en el que se gane o se pierda, que tratan de comprender y no juzgar y que miran más allá de sus intereses personales. Entendí que la sabiduría no surge de la experiencia, sino de la reflexión y de las lecciones que aprendemos de ella. Me di cuenta de que estaba escuchando a personas sabias que elogiaban a alguien que también lo era y que personas sabias es justo lo que necesitamos para afrontar, con éxito, los difíciles retos que tenemos por delante.
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