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En estos tiempos aún tenemos que concienciar a las niñas y jóvenes que no es que puedan: es que deben estudiar lo que quieran. No tiene sentido decir a las estudiantes cuál es la mejor salida laboral porque en cinco años las cosas cambian tanto, que es imposible hacer previsiones. Y necesitamos mujeres científicas e investigadoras. No deberían quedarse en el camino, abandonar su vocación por las lamentables condiciones laborales. No puede ser que las mujeres sean mayoría en las aulas pero luego se topen con el muro de la conciliación y la precariedad. Allí está toda esa materia gris que debería hallar la cura contra el cáncer o la solución para revertir el cambio climático o la máquina del tiempo. Bueno, quizás esto último sea un peligro en manos de según quién.

En este mundo que se ha puesto tan absurdo poco podemos decirles a nuestros chicos. Estudia lo que te gusta: luego nos adaptaremos, como un junco bajo la tormenta. Al igual que debemos alentar a aquellas estudiantes que se decantan por las Humanidades, tan denostadas ellas. Filólogas, filósofas y, ay, las historiadoras, cómo os necesitamos en estos tiempos de desmemoria. Y periodistas, por mucho que diga a mis hijas que huyan del gremio familiar. Necesitamos notarios de la actualidad.

Hace 70 años mi madre no pudo estudiar. Ahora temo que a mis hijas les pase lo mismo. Solo me queda sacar los pompones de animadora y jalearlas para que sean lo que quieran. Ni la IA debería infundirnos miedo. Quizás necesitemos en el futuro una filóloga que detecte los errores de una DeepSeek o alguna inteligencia artificial más avanzada que intente pasarse por humana.