Jaime Vázquez
Jaime Vázquez

Periodista

Cine para perros

TW
0

Tenemos que distinguir entre las películas sobre perros y las películas para perros. No es lo mismo, aunque suene parecido. Y es que yo pensaba que el cine canino formaba parte de un género del arte animal que se traducía en obras fabulosas de la historia del séptimo arte. Se me vienen a la memoria títulos como Lassie, 101 dálmatas, Scooby-Doo, El perro de Baskerville, Rin Tin Tin, La dama y el vagabundo, entre otros muchos en donde los protagonistas son chuchos con colmillos blancos que andan a cuatro patas.

Pero mi distinción se hizo realidad cuando hace unos días leía esta noticia: ‘Una sala de cine independiente de París organiza una función exclusiva para perros’. La sesión consistía en la proyección de una película canina para público de la misma especie. Los dueños de los perros acompañaron a sus mascotas a la proyección especial. Lástima no haber podido asistir.

Cualquiera dirá -con razón- que no hay nada malo en el hecho. Se trata de una experiencia novedosa que podría conducir al nacimiento de cines para perros. Claro que si en su día el celuloide creó un hotel para perros, porqué no puede haber un cine para ellos. Lo mismo se podría pensar para gatos y para el resto de mascotas. A fin de cuentas, si los animales gozan de derechos (aunque no de deberes), habría que preguntarse si entre ellos no podría surgir la posibilidad de que un perro adoptase a un humano al que pasear por el parque. De hecho, la noticia decía que a la proyección habían acudido muchos perros acompañados por sus dueños. Fue en ese momento cuando me pregunté ¿quién acompañaba a quién?, ¿quién era el animal de compañía?, ¿quién hacía de mascota? El estado del bienestar nos ha llevado a que las parejas en vez de hijos tengan animales de compañía. Lo siguiente será que sean ellos los que nos adopten a nosotros.