Organizarse en los barrios

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El tejido asociativo formal es cada vez más escaso y menos diverso. El franquismo lo perseguía, pero la supuesta democracia se ha encargado de aniquilarlo con trabas burocráticas y acciones tecnocráticas que terminan por agotar a cualquiera. Este no es un país para asociaciones formales. El filtro para sobrevivir es convertirse en empresa con apariencia asociativa, actividades meramente asistenciales, sumisión a las políticas al uso y alguna que otra crítica que adorne la supuesta democracia y libertad de expresión.

En Palma, las organizaciones vecinales, con toda su pluralidad y complejidad, son de las pocas organizaciones formales que aún resisten. Han combinado la realización de actividades muy diversas, asequibles y abiertas a la población, con la acción reivindicativa y de defensa de las condiciones de vida en los barrios. Han abordado sus propias contradicciones para fortalecerse con la unidad. Son un referente de opinión y las mil batallas libradas, algunas con éxito, les han dado credibilidad.

El reto es adelantarse a las circunstancias. Si los obstáculos institucionales debilitan algunas actividades, ese mismo hecho, compartido con la población de los barrios, puede ser un acicate para fortalecer la unidad, mejorar la autoorganización vecinal y la defensa de los barrios, desde la base social. Hay muchos frentes, pero se resumen en una frase que llega desde la catástrofe de Valencia: «Saldremos del barro con dignidad».